jueves, 14 de junio de 2012

VII edición de Relatos Fundamentales



Temática: Este cuadro es 'Habitación de hotel' de Hopper, expuesto ahora en el Thyssen...

El relato habrá de girar en torno al cuadro. Puede guardar relación con la escena que en él se desarrolla o con el cuadro en sí mismo. Puede contar la historia de la protagonista del cuadro u otra historia cualquiera en la que aparezca apenas de refilón la señora o el propio cuadro, o su pintor o lo que queráis.

Extensión: Un mínimo de un caracter y un máximo de quinientas palabras.

Método de envío: Cada relato será un comentario en este post, y cada persona puede enviar todos los relatos que quiera.

Identidad: La identidad de cada autor permanecerá oculta hasta que sea desvelada el día 13 de julio viernes a eso de las nueve y media de la noche en casa de la ganadora de la sexta edición, cuya dirección os será facilitada a tiempo...

Fecha límite: Se pueden enviar relatos hasta el jueves 12 de julio, incluido.

Votación: Al comienzo de la cena cada persona repartirá anónimamente diez puntos entre cuántos relatos se quiera. Los tres relatos más votados pasarán a la final, en la que se repartirán tres puntos a un máximo de dos relatos.

Premios:  El ganador recibirá los elogios de los demás y el derecho a reescribir a su gusto la cabecera del blog. (A petición de Gonzalo)

9 comentarios:

  1. Cuarenta y tres

    Eso que lee es una carta. Pensaba que era una carta, joder, y ahora lo miro y parece un libro. ¡Un libro! Y yo solamente tengo que escribir quinientas palabras. Solamente quinientas. ¡Quinientas como máximo! Es como máximo, solamente como máximo, estoy salvado. Llevo cuarenta y tres. Cuarenta y tres son suficientes. Alguien ha escrito un libro entero, un libro entero que ella lee y yo solamente puedo escribir cuarenta y tres palabras.

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  2. La escultora

    Ella se encuentra en otro sitio aunque él no sabe dónde. Él la lleva de la mano de una sala a otra. Ella mira los cuadros con interés. Él sabe que con ese mismo interés mira ella todas las mañanas el desayuno; sin poder recordar qué ha de hacer con él.

    Se paran delante de un cuadro. Este en particular muestra una mujer rodeada de su equipaje. Entonces piensa él que la mujer del cuadro tampoco sabe si va o si viene. Aunque quizás se halle perdida en el mundo, las palabras escritas en ese trocito de papel que lee son para ella comprensibles. Mientras él piensa esto su mujer le tira suavemente de la manga. “¿Este cuadro es cuadrado o crees que es más bien rectangular?”. Para su mujer, que antaño fue escultora, las proporciones aún mantienen su significado.

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  3. Fui a parar al Patio del Tiempo, con esas baldosas antiguas, la vegetación tan viva trepando por las paredes y la fuente central cuyo constante caer de agua incitaba al constante caer de los pensamientos, los encuadres y las ideas previas en busca de la primigenia e importante.

    Y fue ahí dónde me dí cuenta: aquella maldita canción lo había teñido todo, fastidiado todo.

    Comenzó como una rudimentaria operación de neurocirugía en la que a base de tararear la melodía a Pedro, mi vecino, él logró seccionarla con el bisturí y, en un delicado movimiento con pulso firme, pasarla de las partes más profundas de mi paleocortex a la plantilla pautada virgen de un pentagrama.

    Acabó con una tarde loca, compulsiva, a la que los dibujos que mis entrañas dictaron siguieron los botones del aquel vestido infantil, la barra de pintalabios rojo y un poco de puré de patata con manzana del medio día.

    Todo cupo en la caja de latón que dejé en el medio exacto de mi cuarto -después de retirar todos los muebles para que el medio fuese justo el medio-. Cerré con prisa la puerta, tiré la llave por la ventana e inicié mi única terapia, la única que podría valer.

    Todo eso quedó atrás, aquí sentada, en la habitación del hotel, empieza una nueva vida.

    Oz

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  4. Una caricia y punto

    Siempre recordaré a Ariadna y sus ausencias melancólicas. Esos momentos en que me abandonaba, nunca supe donde, que a veces duraban segundos, y en ocasiones se alargaban durante horas. Ella jugaba a no reconocer que se había ausentado, que durante un rato simplemente no estaba, y yo le correspondía haciéndome el despistado. Como es natural, intuí que un día yo llegaría a nuestro pequeño rincón, aquél en el que nos evadíamos de todo, y del que ella a su vez se ausentaba para no estar en ningún lado, y Ariadna se habría ido. Sabía que entonces tendría que conformarme con recordarla a través de sus retazos: una blusa con su olor, el hueco de su cabeza en la almohada sobre la que ella desparramaba su melena, el diario frente al que pasó horas sin llegar a escribir nada, sus pocas pertenencias desperdigadas por la habitación, o su forma de colocar las cortinas por la mañana. Y ahora estoy en nuestro rincón, acompañado por todos esos retazos menos por uno. Ariadna y su diario ya no están. Se me permitió estar junto a ella durante un breve instante, en el que logré ser feliz y desgraciado al mismo tiempo. Una caricia y punto, a pesar de mis esfuerzos. Me acuerdo del día en que se me ocurrió que yo podría llenar de recuerdos su diario, ya que ella luchaba sin éxito por anclar los suyos. La ayudé a cultivar la yerma estepa de su memoria, sobre la que desde hacía mucho sólo arraigaba la amnesia. Satisfechos los dos con nuestro tácito acuerdo, ella absorbió impaciente durante semanas aquello que yo le escribía, sin preguntar. Pero tejer historias no es sencillo. Pronto las metáforas se retuercen, las tramas se entremezclan y los personajes se escabullen. ¿Qué cabe hacer entonces, cuando se llega a una encrucijada donde la única opción es una huida hacia adelante, mientras el escritor va perdiendo control sobre lo escrito? Es así como comprendí que intentar retener el viento en nuestras manos, no sólo es absurdo, sino también muy egoísta. Por eso, en ese punto hice lo único que podía hacer, y continué escribiendo.

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  5. ...

    El martes me invitó a merendar. Por cierto, menudo casoplón, sin palabras, ya la querríamos muchos... No entiendo porque se empeña en vivir en la habitación más pequeña. Dice que el resto le produce agorafobia y que ésta la encuentra acogedora. En el salón, té con pastas. Era la hora del té, o eso decía ella. Venía muy "British" tras su estancia en Liverpool. Como siempre las maletas aún sin recoger, kilos de ropa para lavar y una lavadora puesta de hace un mes. Igual hasta consigue colores nuevos cuando la saque...
    "Cookies" por aquí, "muffins" por allá, cigarro por aquí, colilla por allá... ¡No para! Y que pesada con el librito de "recipes", como decía ella... Desde el cuarto y a voz en grito, se empeñaba en recitarme cada una de las recetas de todas esas galletitas, bizcochitos y sandwichitos que cubrían la mesa. Total, para qué, si luego no prueba bocado. ¡Así está! Ni un gramo de grasa más de la necesaria (barómetro aceptado por toda la sociedad, que oscila entre la anorexia y la casi anorexia). Me recibió en bañador. Venía de su sesión de "aquafitness" con su "personal trainer". Te digo yo que ni Michael Phelps aguanta esa clase.
    Por fin conseguí callarla, sentarla y tranquilizarla, detrás de ese manojo de nervios y de esa careta de "femme fatale" algo me tenía que contar...

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  6. Disculpe, pero me he dado cuenta de que lleva un largo rato mirando esta pintura. ¿Quiere que le cuente algo interesante sobre esta obra?. No, no soy personal del museo, tan solo soy un viejo que chochea, y pasa las tardes frente a este cuadro.
    Lo pintó Hopper en 1931, era un autor estadounidense que bebió de fuentes como Arshile Gorky y Robert Henn, impresionismo abstracto...pero eso son datos fríos ¿sabe?, si quiere que le dé mi opinión, lo realmente importante es que ésta es una obra maestra sobre la ausencia.

    ¿Conoce usted a John Cage?, fue contemporáneo a Hopper, también era americano, pero no fue pintor sino compositor, se preguntará que por qué le hablo de él entonces... pues por "4.33", su obra maestra. 4 minutos y 33 segundos de absoluto silencio. La partitura de Cage no contiene ni una sola nota, y que conste que la escribió para uno de los pianistas de mayor virtuosismo de la época, y que para componerla pasó meses en una cámara completamente insonorizada.

    Experimentó el silencio para poder componerlo..

    Fíjese en el cuadro, una mujer que destaca en un ambiente opaco, carente de cromatismo, impersonal, que podría estar en una habitación en cualquier lugar... y sin embargo, en todo lo que pensamos al mirar es en todo lo que no está.
    Dígame, ¿cómo plasmaría usted la ausencia de otros en un lienzo?, o mejor ¿se atrevería a interpretar el silencio en un piano o un violín?. Pues Hopper lo consiguió, ¡vaya si lo logra!.
    He leído en algún sitio que la intención de Cage era que la gente escuchara los sonidos a su alrededor, imbuidos en la quietud del silencio, y que eso compondría la obra, ¡tonterías!, como si alguien encontrara complaciente el carraspeo de las gargantas ajenas o el quejido de las butacas impacientes. Pero puede que Hopper buscara que la gente observase su propia soledad, como un ejercicio de introspección desatado, una especie de hipérbole descontrolada que se desencadena al estar de pie frente a este lienzo

    La soledad, la ausencia de los demás...

    ¿Le apetecería un café?

    Psd: Un gnomo en la guantera.

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  7. El sentimiento poético de Hopper

    He viajado a Nueva York para reencontrarme con nuestros sitios. He comprado un sombrero y un maletín parecidos a los tuyos. He venido con la determinación de convertir mi sufrimiento en algo poético. En el arte el malestar siempre es bello, creativo, sublime. He pedido la misma habitación del hostal en la que hicimos el amor el fin de semana que pasamos juntos cuando aún creía que mi soledad era un estado largo pero mutable. Ahora me doy cuenta de la estrechez de la habitación, y de sus colores feos, y de mi camiseta desgastada. A pesar de los cartones de vino, no puedo olvidarme de que no dejé ni una sola huella en ti. Me parece penoso este homenaje y su cuidadosa preparación. Aquella noche, como ésta, estaba tu maletín junto a mi equipaje, tu sombrero en el mismo sitio colgado y tú en la cama conmigo sin el menor deseo de comprender ni mi inglés pobre ni mi cuerpo totalmente entregado. Qué distinto sería mi sufrimiento si tuviera al menos la suerte de haberte perdido. Uno no puede hacer poesía de algo que inventó. La habitación huele a cerrado y vino. Voy a a abrir el libro y que me saquen sus alas de este cuarto.

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  8. Página 26… “Entró corriendo como cada día mientras la voz de su madre se oía de lejos… ¡Alfonso por favor ve más despacio! Pero para entonces él ya había llegado al parque.
    Tres saltos a la pata coja, dos vueltas sobre si mismo, tres zancadas a la derecha, salta la loseta con el oso que le persigue por toda la ciudad, cierra los ojos, da dos saltos más y se pone a escarbar. Un hombre que pasaba por allí al ver a Alfonso tan concentrado en su tarea le preguntó que es lo que buscaba y el pequeño le contestó que su piedra mágica, sin ella no podía hacer casi nada!”
    Entonces deje de leer y respiré ¿Alguna vez has sentido que parece que todo está en orden pero que te falta aire? Que respirar se convierte en una evidencia de la que jamás habías tenido conocimiento?.
    Me gusta leer pensé mientras observaba lo que había a mi alrededor. Los libros cuentan historias, historias escritas por alguien que en su momento sintió la necesidad de contárselas a los demás. Cómo me gustaría que toda esta luz me llevara hasta Alfonso ¿qué pasará si no encuentra su piedra mágica?. ¿En qué momento dejamos de jugar, de imaginar, de inventarnos historias?… ¿De convertir una pequeña habitación de hotel en una posada encantada?

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  9. TOMB,TOMB... TOMB,TOMB...
    Los poderosos latidos retumban en el valle y el viento engelante aulla y se confunde entre las místicas montañas con el grito de una criatura fantástica. El valeroso príncipe de la Tierra del Sueño Perdido cabalga sin miedo hacia las altas cumbres del País Tenebroso. Busca de nuevo el diamante del Fulgor de Nieve para llevarlo de regreso a su hogar, de donde ha sido robado por las hordas de la siniestra bruja Bankia. TOMB, TOMB...TOMB,TOMB...
    Los latidos intrigados de Martina, que pasa la página embebida en el cuento maravilloso, se confunden con los de la bestia que cabalga el jinete por las páginas amarillentas. Se para un segundo y mira el desorden de la habitación a su alrededor. Sabe que se tiene que terminar de vestir ya. Llegará tarde... Pero está tan emocionante... Qué demonios!! - se dice - Una página más!!

    TOMB, TOMB...TOMB,TOMB

    Pseudónimo: Atreyu

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