lunes, 17 de marzo de 2014

XXI Edición de Relatos Fundamentales


Tema: La selección cántabra de remo


A veces las historias nos enganchan tanto por aquello que cuentan como por lo que desconocemos. Uno de los enigmas más fundamentales de Relatos es qué ocurrió aquel fin de semana en el hotel con la selección cántabra de remo. Las historias de esta edición nos ayudarán a desvelar el misterio…
Aquí se puede encontrar la historia original (se menciona el incidente en la segunda parte):
  • Los relatos tienen que ser historias que cuenten lo que ocurrió.
  • Importante: tienen que ser historias completas y autocontenidas, es decir, las tiene que poder comprender cualquiera que no haya leído la historia original.
  • Los relatos estarán narrados en primera persona.
  • El narrador de la historia podrá ser cualquiera: nuestra heroína, un remero cántabro o alguien que tuviera la suerte de verse implicado en esta historia.
Método de envío: cada relato será un comentario anónimo en la entrada del blog.
Extensión: la historia se merece que en esta edición no haya límite de palabras. ¡Aprovechen los escritores más prolíficos!
Fecha límite: los escritores que prosperen quedan convocados para el viernes 21. Como las fechas límite son una quimera, cada cual podrá publicar su relato cuando quiera (antes, durante o después de la cena).
Lectura de los relatos: La identidad de los autores será una incógnita en todo momento hasta que deje de serlo. Los relatos serán repartidos entre los participantes aleatoriamente para su lectura, salvo que algún autor prefiera leer el suyo por alguna causa justificada. Se recomienda al lector leer previamente el relato, para tratar de ser fiel a la intención del creador del escrito.
Organización de la siguiente edición: aquel que sea elegido por la urna de relatos tendrá el honor de alojar y alimentar a los escritores fundamentales de la próxima edición.

12 comentarios:

  1. Mira, yo sé que es difícil entender estas cosas para uno que no sea de aquí, y que mucha gente opina que si no lo ve no lo cree. Pero es que yo lo he visto, y si tanta gente habla de ello desde antiguo por algo será… ¡Allá tú si dudas de mi palabra!

    Primero que todo tendría que hablarte de mi abuelo: nació en Villar de Campoó y fue pastor desde muy crio. Hace ya años que murió, pero sigo recordando el tono profundo y misterioso de su voz cuando los primos nos sentábamos alrededor del brasero mientras toda la casa se llenaba del olor y el chisporroteo de las castañas que asaba la abuela.
    Él era especial, siempre lo supe, y a todos nos engatusaba con las historias de su niñez en las montañas. Nos hablaba de trasgus, ventolines y mozas del agua. Nos asustaba con el terrible culebre y la vieja guajona que se alimenta de la sangre fresca de los niños perdidos.
    Pero de todas aquellas criaturas, siempre sentí un horror singular por la Ojáncana. Cuando el abuelo hablaba sobre ella su mirada te hacía estremecer. Aseguraba haberla visto una terrible noche de tormenta hacía ya mucho tiempo y yo siempre le creí.

    Ah, ¿pero no sabes quién es la Ojáncana? Pues la dueña de mis pesadillas desde que tengo uso de razón. Dicen que son monstruos crueles, sanguinarios. De forma humana pero más grandes, con dientes retorcidos como un jabalí con los que devoran cuanto encuentran a su paso y unos deformes pechos que se echan sobre la espalda.


    Voy a tratar de no dispersarme. El caso es que aquella noche estábamos concentrados a las afueras de Santoña para el campeonato nacional. Hacía poco que había entrado en la selección de remo y era un momento emocionante porque celebrábamos la clasificación para la final. Imagínate catorce tíos borrachos y pletóricos en un hotel en medio de la nada. No sé a quién se le ocurrió la idea de salir a celebrarlo bajo la lluvia pero cuatro o cinco de nosotros bajamos eufóricos al jardín y en un momento dado me alejé para mear junto a los establos. Fue entonces cuando tropecé con un cuerpo extraño y caí de bruces. Desde el suelo me encontré cara a cara con la espantosa mueca del cadáver de una oveja . El susto fue indescriptible, me levanté de un salto, el corazón desbocado y los sentidos alerta, y a unos metros de distancia, entre la niebla, adiviné una enorme figura alejándose. A mi mente, como un rayo, llegaron las historias sobre la Ojáncana, pero no me quedé a comprobar su identidad, corrí como alma que lleva el diablo hacia la entrada y me abalancé al ascensor que se estaba cerrando.

    Así, medio desvestido, calado hasta los huesos, agitado y supongo que con los ojos aun desorbitados me encontré cara a cara con una atractiva mujer. No me dio tiempo a procesar lo que sucedía porque de improviso me agarró por los hombros y lamió toda mi cara. Recuerdo su melena larga y rubia , su escultural cuerpo desnudo abalanzándose sobre mi y sus gemidos al hacerme cosas que jamás había pensado que existiesen. Es lo más increíble que jamás he vivido, no sé cómo contarlo. Era un ser sexual, animal, mágico… y en medio del orgasmo más intenso que jamás he sentido supe que no podía ser humana, y me acordé de las Anjanas, las hadas más poderosas de la región. Todo podía pasar aquella noche ¿Por qué no?

    Obnubilado por las sensaciones conduje a la Anjana de mi mano, desnuda y excitada, a la habitación donde mis compañeros seguían la fiesta. Quería mostrarles lo que me había sucedido y ella quiso compartir su magia sexual con todos nosotros. Dicen que fue una noche intensa y húmeda, que ella fue incansable … pero yo no recuerdo más hasta que desperté la mañana siguiente con una monumental resaca.

    No ganamos la final ese año, pero lo cierto es que no importó, me gané la amistad de todo el equipo, y eso que ellos no llegaron a comprender lo cerca que estuvimos aquella noche de la magia, la magia con su cara más bella y con su cara más aterradora.

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  2. PARTE 1

    Esa mañana me sorprendió la llamada, no tanto por la hora (eran como las 8 de la mañana), sino porque la contesté sin ver siquiera de quién era, fue un acto automático que cambió mi vida .
    - El señor David Perales?
    - Sí, soy yo. Quién es?
    - Le hablo del estudio de abogados Javier Romero y asociados, es con respecto a un testamento que se leerá el día viernes 16 de mayo.
    - Cómo?, pero soy beneficiario de una herencia??!! Esa es una gran noticia!
    - Bueno, es una lectura de testamento, no sabemos si es una herencia. Le esperamos el viernes 16 a las 11 am, por favor sea puntual.
    - Pero quién ha muerto?....dígame por qué yo?...
    - ……………………… - clic. La persona me dejó con la palabra en la boca.
    Me quedé de piedra, no sabía quién podía ser la persona que me legara algo después de morir. Fue una sensación extraña porque me sentía halagado, extrañamente confuso porque no sabía a quién agradecerle la deferencia y sobre todo nervioso. No tenía idea de quién había muerto, llamé en ese instante a mi madre, ella sabía de todas las muertes familiares o de conocidos…extrañamente no había nadie en su lista de fallecidos cercanos…algo que añadió más misterio al asunto.
    Como podéis imaginar mis noches fueron de insomnio total hasta que llego el día viernes 16 de mayo.
    Me acerqué a las oficinas de los abogados una hora antes de la hora pactada, solamente para ver si averiguaba algo más respecto a la “herencia”. Estaba en la sala de espera ojeando unas revistas de derecho comercial cuando aparece de pronto el Neco Giménez, tan sorprendido como yo, empezamos a ponernos al día de nuestras vidas, no en vano habían pasado ya muchos años desde la última vez que nos vimos. Aún estábamos en la parte de “yo tengo dos hijos y tú” cuando aparecen juntos Jano y Yurde… silencio total en la sala de espera…..no entendíamos por qué estábamos todos juntos en ese lugar… nos pusimos a hablar de pronto todos a la vez…todos habíamos recibido la misma llamada para la lectura del testamento!...pero, un momento, todos nos conocíamos, no era casual. Nuestras sospechas se confirmaron cuando aparecieron en la puerta los tres que faltaban, Francisco, Diego y el Mauri. Se armó tal alboroto que la secretaria tuvo que pedirnos silencio.
    No nos veíamos hacía 10 años y de pronto todo esto?...A la hora señalada nos hicieron pasar a una sala de conferencias, con una gran mesa oval en el centro. Nos esperaba un señor con gafas de pasta y corbata con figuritas de La Guerra de las Galaxias (me llamó la atención las cabecitas de Darth Vader en miniatura). Nos dijo que nos habían convocado para la lectura de un testamento, de una tal Bernardita Sardinero Fernández de Tejada…. ¿???? Y quién era ella???
    - Ejem, ejem, paso al visionado del testamento
    Visionado?? Pero de qué habla señor gafapasta?? Algo extraño pasaba aquí.
    Se apagaron las luces y en una pantalla ubicada a uno de los lados apareció doña Bernardita Sardinero, disfrazada de cortesana francesa…con peluca empolvada y enmascarada…
    - Muy buenos días mis queridos siete, bueno, espero que hayáis venido los 7, sino no estaríais viendo este video. Jojojojo….
    Si en ese momento nos hubierais visto las caras, habríais visto muestras de miedo, incredulidad y nerviosismo a partes iguales. Empezábamos a recordar cosas pasadas, cosas que habíamos borrado de nuestra memoria personal y colectiva…

    - Primero quería agradeceros el haber venido, y luego agradeceros el haber formado parte de mi vida en determinado momento. Habéis aderezado con creces esa parte fundamental de la vida de una fémina, que es la pre menopausia. No quiero decir con esto, que hayáis sido los únicos, sino que habéis sido de los mejores en esos menesteres a los que me refiero. Y, por otra parte pediros disculpas…porque lo que se hizo esa noche en la habitación del hotel……..fue filmado a escondidas por mi marido (que en paz descanse y de su gloria disfrute – espero que rodeado de angelitas con látigo, claro está)….

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  3. PARTE 2

    Ya a estas alturas del video, teníamos los 7, las caras desencajadas de terror!, no era posible! Pero si mal no recordábamos, estuvimos los 7 en esa habitación y nadie más, verdad?...solo la señora, cómo se llamaba?? Oveja Dolly? Betty Boop? La condesa traviesa? Pícara? O todas ellas a la vez….

    Las consecuencias de la salida a la luz de ese capítulo en nuestras vidas, sería catastrófico (para algunos más que para otros)…no en vano Neco era un reputado arquitecto en Alemania, Jano periodista (escribía las necrológicas, pero era periodista!), Diego y Mauri siguieron con el remo y eran ambos entrenadores del equipo de remo cántabro, Yurde era diplomático de carrera con un puesto en la embajada de Polonia, Francisco se hizo cura. Y yo…yo vivo en casa de mis padres, me hice maestro, estoy en el paro hace dos años, divorciado con una hija…

    - Por esa razón os he convocado, no es mi intención que ese video vea la luz, o que haya difusión masiva del mismo, es mi último deseo que en el décimo aniversario del evento, sea visionado por todos vosotros juntos en la misma habitación de hotel donde fue filmado todo, en compañía de mi amado Monsieur Lagrand y sus acólitos….Y que disfrutéis tanto como yo lo hice por entonces y luego numerosas veces junto a mi marido mientras veíamos el video…cuántos maravillosos orgasmos he tenido de solo veros…ah! Si os negarais a ello…el video saldría a la luz por varios medios a la vez….que sepáis que lo hago por la supervivencia del porno… qué viva el sexo!...antes que me olvide, además del placer de volver a veros, se os asignará una bonificación generosa de mi parte…gracias de nuevo, os quiero…

    Se encienden las luces y el señor gafapasta toma la palabra: el señor Lagrand se encontrará con vosotros en el hotel, irá con sus pupilos. Pasadlo bien señores. Está todo explicado verdad?. El décimo aniversario es el 7 de junio. La bonificación es monetaria y asciende a 100,000 euros por persona. Salió de la sala y nos dejó a los siete con la boca abierta y sin nada que objetar.

    - Qué hacemos?, ya sabéis que a mi no me importaría repetir la experiencia- dijo Jano.
    - Graciosito, a mi me despiden de inmediato- adujo Neco.
    - Yo pienso que lo mejor es ir y hacer lo que se nos dice, total no creo que dure mucho el video, si mal no recuerdo estuvimos un par de horas, verdad?, además necesito el dinero – completé yo.
    - Creo que hay lagunas en tu memoria querido David, estuvimos toda la noche – y dicho esto Diego se levantó y se dirigió hacia la puerta. – No hay opción, debemos ir.

    Todos convinimos que lo haríamos, nos venía bien el dinero y el hecho de tener ese video escondido en las brumas de la memoria.

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  4. PARTE 3

    El 7 de junio nos reunimos por la tarde primero en un bar cerca del hotel, para planificar lo que haríamos, todos recordábamos fragmentos de lo sucedido esa noche de hace 10 años, ninguno supo decir exactamente lo que hicimos. Existían muchos retazos en blanco. No era posible, algo habíamos tomado, alguna droga, un medicamento, fumamos hierba?, en fin, no era normal que no nos acordáramos.

    En fin, una vez en el hotel, el recepcionista nos anunció que Monsieur Lagrand nos esperaba ya en la habitación. Más bien en la suite, una suerte de apartamento colosal, con unas vistas espectaculares al Arroyo de Prellezo, donde practicábamos remo por entonces.

    Monsieur Lagrand resultó ser un enorme senegalés de porte distinguido, vestido de Armani, con un gato persa en los brazos. Y sus acólitos eran 7 jóvenes seminaristas con caritas imberbes y miradas asustadas. Esto es broma, pensé yo en ese momento. Nos presentamos mutuamente, nos dimos la mano cortésmente. Había copas de cava en la mesa de centro, nos repartieron las mismas, bebimos rápidamente,

    - Creo que no es necesario alargar más las presentaciones y la bebida señores, empecemos. – dijo Monsieur Lagrand.

    Y acto seguido nos acomodamos todos en unos sofás alrededor de una televisión enorme.

    De pronto los seminaristas (ahora sé que no lo eran) se quitan la ropa de un solo movimiento y cual artistas de cabaret, quedan semidesnudos, cubiertos solamente por un tanga de leopardo, un pompón en el culo y una boina en la cabeza.

    - Pero qué es esto??- gritamos nosotros 7 casi a la vez, saltando cual resortes de nuestros lugares.

    - Tranquilos señores, nos estamos poniendo los disfraces respectivos, me parece que vuestras memorias son bastante deficientes- acotó Lagrand- por favor sentaos y miremos juntos.

    Y fue entonces que lo vimos todo, en el video lo vimos todo tal cual sucedió:

    La señora Dollycondesabettyboop, vestida de cuero, botas altas y látigo respectivo, prácticamente hizo y deshizo lo que quiso con nosotros. Nosotros todos ataviados con un tanga, pompón y boina, fumando, y además borrachos como cubas. Hubo de todo: sexo en grupo, la condesa con tres a la vez mientras los demás cantábamos, cuatro amarrados a las sillas mientras los demás bailábamos alrededor y la condesa utilizaba el látigo a mansalva con Yurde….la postura del 72 pero en tono surrealista...nosotros emparejados de a dos y Mauri con la condesa en un frenesí sin igual…de todo un poco y para todos…

    No podíamos entender que lo que estábamos viendo había sucedido en realidad.

    Sobrepasaba nuestros límites, cómo se había borrado esto de mi mente? A todo esto los seminaristas empezaron a emular lo que estábamos viendo delante de nosotros! Me sentía mareado, qué pasaba por Dios?, uno de los jovencitos se me acercó insinuante, los demás se repartieron entre mis amigos…estábamos como laxos, sin voluntad…sentí que me desvestían…que alguien me besaba, me resistí un milisegundo, me prometí que nunca más volvería a beber…..y luego me dejé llevar.

    Mientras pasaba todo esto Monsieur Lagrand filmaba todo desde una esquina oscura, él también emulando a alguien, él también disfrazado, con tanga, pompón y además orejitas de conejo saltón.

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  5. Siempre he sido un pelele, un fantoche, un calzonazos. Y además da igual en qué relación esté, porque a estas alturas he estado en unas cuantas. Es verdad que también tiene sus ventajas; vives tranquilo porque decides poco. Solo necesitas a alguien dominante a tu lado, que tenga claro lo que hay que hacer.

    Hubo un tiempo en que pensé que yo había cambiado, pero fue un espejismo temporal. Lo cierto es que hice algo que nadie de los que me conocían se hubiese esperado ni en un millón de años, y yo tampoco. Me divorcié de mi mujer. Era bastante cómodo estar casado con ella; era una mujer de mucho éxito y que sabía pasárselo bien (y me consta, por la noticia sobre la manifestación contra el uso de pieles, que aún lo sigue haciendo). Desde el principio de la relación tuve que ceder en que tuviera sus aventurillas, pero no me importaba demasiado. Ella era discreta y no trataba de negar la evidencia conmigo, con lo que yo al menos, me sentía respetado en mi inteligencia. Por otro lado fue la única mujer con la que me gustaba follar; sabía perfectamente cuando empezar a contarme su último polvo extramarital para ponerme a cien.

    Como ya he dicho, algo cambió a raíz de un fin de semana que pasamos en Cantabria. Coincidió que estábamos en el mismo hotel en que se alojaba la selección cántabra de remo, que competían el domingo en el pueblo del al lado. Al ver la procesión de tíos musculados desfilar por recepción, me preparé para administrar mi tiempo libre en solitario. Efectivamente no vi a mi ex mujer ni la noche del viernes, ni la mañana del sábado, ni en toda la tarde. Dormía en la habitación y comíamos juntos, pero luego decía que se iba a dar una vuelta y eso era todo. Normalmente los polvos y sobeteos improvisados solían ser cosa de una hora como mucho, incluyendo el ritual minúsculo de iniciación y la terminación, que era aún más rápida. Pero aquello fue diferente. Se los ventiló a todos, respetando el orden de numeración de las habitaciones, para asegurarse supongo, de no saltarse a nadie. Al volver a nuestra habitación, os puedo asegurar que el olor a sexo era prácticamente masticable.

    A la hora de la cena el sábado, bajamos al restaurante del hotel y nos cruzamos con varios remeros fornidos, algunos sorprendentemente jóvenes dada su absurda enormidad corporal. Nos miraban, primero a mi mujer y después a mi, y captaba cierta curiosidad en sus ojos, algo que ya había notado en muchas ocasiones anteriores, cuando se preguntan si eres un cornudo o simplemente otro afortunado del día. Los marineros, que eran unos veinte, seguían bajando a cenar, y todos se topaban al entrar con nuestra mesa. Ligeramente irritado por el interminable goteo, empecé a mantenerles la mirada desafiante, aunque al no estar realmente en mi naturaleza, terminé por ablandarme a una medio sonrisa, que al menos esperaba resultase desconcertante.

    Entonces ocurrió lo más inesperado y maravilloso que podría haber ocurrido. Uno de los remeros, con el que había cruzado miradas se acercó a mi (a mi!) y me dio la llave de su habitación. No pude hacer ni decir nada durante medio minuto, pero noté que todo el deseo, anodino para mi hasta ese momento, explotó en mi interior rabioso e incontenible. Pasé la noche con el remero y fue una de las mejores de mi vida. No le volví a ver, pero se me hizo evidente que aquello solo era el principio de una nueva vida.

    Como la carrera política de mi mujer no iba a aguantar lo que yo tenía planeado, decidimos divorciarnos civilizadamente. Yo entonces tuve una febril temporada en la que liberé deseos desconocidos y recuperé tiempo perdido, hasta que volví a caer acomodado en una rutina de pareja, con un hombre exitoso y bien posicionado que cuida de mi y que me confirma cada día que, como os decía al principio, soy un pelele.

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  6. Debió ser hace ya unos siete años. Ese invierno habíamos estado aislados por la nieve, casi todo el tiempo sin salir de casa. Consumiendo todas las reservas. Apenas jugábamos ni a las cartas. A lo primero, cuando me dijeron que tenían la idea de pasar todo el fin de semana en el hotel, pensé en todo el dinero que me dejarían. Pero cuando lo comenté en la cena y a mi hija le brillaron los ojos y le salió una risa nerviosa, empecé a preocuparme. Y que luego, cuando le conté mi preocupación a mi mujer, ella también se rió y me llamó antiguo. 47 tíos en mi casa! El doble que el pueblo entero. Se corrió la voz enseguida. Todo el pueblo pendiente de la llegada de los muchachos... Quedaba un mes para que vinieran, y el alcalde decidió limpiar las calles como nunca, se prepararon discursos de bienvenida, se fabricaron fuegos artificiales. Las mujeres se compraron vestidos nuevos. La primavera llegó radiante. La vecina de abajo, cara perro de siempre, empezó a cantar mientras barría. Los chicos jóvenes, mantenían largas charlas con las chicas, criticando siempre a los del club de remo. Pero como veían que era imposible impedir que ellas se los imaginaran vete tú a saber de qué manera, planearon durante 20 días lo que llamaban bromas para darles la bienvenida. Fui yo el único que vio que todo esto se estaba yendo de las manos. Llamé al chico que había reservado, le dije, muy educadamente, que en el pueblo no había nada, qué qué iba a hacer la selección cántabra de remo aquí. Pero él, tranquilamente, nada consciente del terremoto que estaban provocando me explicó que vendrían a descansar, que qué mejor que un pueblo de 25 personas para esto. Entonces es cuando me empecé a preocupar de otra manera. 47 jóvenes a descansar contra 24, me quito yo, personas locas por divertirse, por homenajearles, por bailar, por putearles, por... mejor no sigo. Pero el pueblo seguía con sus preparativos. A mí me cabreaba tanta preparación, tanta admiración por estos tipos. No podía dejar de pensar que fueran unos estúpidos que encima despreciaran todo. Por fin llegaron. Luego pasó que era una broma de ellos lo de la selección cántabra de remo, por ser bastante negados para los deportes y por ser físicos pero de otro tipo, ya sabes, científicos. Por lo que contaron, ese año no habían podido hacer un congreso que tenían siempre en Benasque y se habían venido aquí. A veces podían hablar durante horas del mismo tema, como preferir ser atacado por un oso o por un humano, o llevaban camisetas con letras extrañas.. Y hasta llevaban una pizarra para escribir números y tarros para hacer crecer moho. Pero eran encantadores y aún trajeron más fiesta que la que teníamos preparada. . Y desde entonces repiten todos los años.

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  7. Anoche recordé por qué la escuela de remo de Cereceda es la mejor del mundo. Estaba sentado al lado de Pelayo y me encontraba un poco aturdido por la cerveza, escuchaba las cosas como desde fuera. En realidad no importaba, otra vez la conversación eterna: "Cereceda no será como Santoña, pero le echamos un par", "no todo son los trofeos", etc. El caso es que Pelayo se rió, y se le formaron unas arrugas al lado de los ojos. Yo me giré para verlas mejor y podría decirse que en ese momento todo lo que existía eran esas arrugas y yo no podía dejar de mirarlas, porque esas arrugas lo eran todo. Sentí una gran alegría, a pesar de que en las arrugas también se encontraba lo ruin y lo mezquino, la fealdad del mundo. Tuve que regresar al ver que Pelayo me miraba perspicaz. Entonces comprendí, supe que Pelayo y yo habíamos pasado por lo mismo (en aquel verano, de hace tantos años), y también pensé, aunque esto lo entiendo a medias, que la escuela de remo de Cereceda, en verdad es la mejor del mundo. Recordé que éramos muy jóvenes, yo tenía 18 años. Llevábamos todo verano entrenando para la carrera en Santoña, en territorio hostil, y pensábamos que íbamos a ganar seguro. Era muy emocionante, pues muchos de nosotros nunca habíamos salido de Cereceda. Al llegar al hotel fuimos a nuestras habitaciones para dejar las cosas y descansar media hora. Justo después tendríamos la charla técnica con nuestro entrenador. Estaba tan nervioso que nada me había preparado para el jarro de agua fría: el entrenador estaba malo y no había podido venir. Completamente frustrado, bajé a la sala de la charla, como si nada estuviera pasando y él fuera a aparecer. Vi salir a Pelayo, que ignoró mi saludo y se marchó deprisa. Pensé que la sala estaba vacía, pero en realidad había una mujer vestida con una falda negra ajustada y una chaqueta también negra. Al verme entrar sonrió. Es curioso como algunas cosas pasan a veces tan rápido, pero nada tanto como lo que ella tardó en arrancarme la camiseta y bajarse la falda. Esa noche apenas pude dormir, como si al día siguiente fuéramos a las olimpiadas. Quedamos últimos, el hazmerreír de Santoña, pero extrañamente, no había caras largas sino sonrisas, como la de Pelayo, con arrugas a los lados de los ojos.

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  8. Fue espectacular. Lo recuerdo como una escena absolutamente inenarrable, casi como a cámara lenta: abrí la puerta de los vestuarios de la piscina del hotel y lentamente, ante mis ojos, se desplegó una horrible e imposible escena protagonizada por la zorra enloquecida de mi mujer.
    Un tipo musculoso desnudo agarraba su cabeza por el pelo tratando de evitar que ella le chupara el miembro. Por otro lado, las manos de mi obviamente actual ex, se dirigían violentas y ansiosas hacia los culos de otros dos jóvenes que trataban de volver a ponerse la toalla entorno a sí como único parapeto. Un hombre con aspecto de entrenador, en chándal y con la gorra blanca y roja de la bandera cántabra tiraba del tobillo de la muy loca, mientras otro chico desnudo trataba de empujarla para alejarla de sí. Toda la escena era acompañada por un coro de unos quince jóvenes atletas que entre aterrados, sorprendidos y divertidos contemplaban el ataque sorpresa de una cuarentona que había salido desnuda de una de las taquillas…
    ¿Pueden imaginarse a veinte tipos altos y fuertes aterrados? Los restantes días de concentración en el hotel se vieron empañados por medidas de seguridad inauditas, que acabaron por desconcentrar a la selección. ¡Miren las hemerotecas! Aquel año Cantabria quedó eliminada en primera ronda en la modalidad trainera… ¡Los gallegos estaban encantados!
    Mi vergüenza sólo se vio superada por una cosa, la excusa que puso la muy ninfómana desbocada de mi desde entonces exmujer, cuando me miró a la cara desde el suelo del vestuario masculino:
    “¿No irías a creer que contigo solo iba a ser suficiente? ¡No me mires así! Sabes perfectamente que de vez en cuando me dejo llevar con uno o dos caprichitos…

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  9. Lola se sorbía los mocos mientras, con el dorso de la mano, se apartaba las lágrimas y escondía el flequillo tras la oreja.

    -Lola tía, vamos a ver ¡que no me entero de nada!- le increpaba Natalia desde el otro lado del sofá.

    -Pues... pues... que no puedo.. seguir con Javi,- conseguía decir entrecortadamente entre hipos.

    Natalia no había oído nunca hablar de aquello de los remos hasta que Lola, su amiga y vecina de toda la vida había comenzado a salir con Javi, remero de la selección Cántabra. No se lo había querido decir a su amiga del alma, pero por muy bueno que estuviera Javi, le sonaba ridículo aquello del remo. Por dios, ¡que se hubiera buscado a alguien normal! No le extrañaba que no quisiera seguir con él.

    Tras un sonoro suspiro, Lola mira a Natalia:

    -Es que hay algo que no te conté...- y avergonzada baja la mirada.- Aquel fin de semana en aquel hotel de Sevilla... Ya sabes, donde... me pidió.. que me casara con él.

    Natalia pasó un brazo por los hombros de su amiga mientras su cabeza se balanceaba en un gesto condescendiente de negación.

    -Ya sabes... fui a darle una sorpresa el fin de semana de la competición.- Lola se volvió a zambullir en un mar de lágrimas.- Joder, ¡todas las señales estaban en contra! Nunca debí haber ido...


    Aquella noche, Lola cruzó el vestíbulo del hotel, subió a hurtadillas a su habitación, y se arregló con aquel vestido rojo que tanto le gustaba a él. El espejo le devolvió una imagen sexy y confiada. El teléfono, sin embargo, no le devolvió nada, sólo tonos sin respuesta. Pero no se rindió, y fue buscarle. Lola era una chica tozuda que sabía lo que quería y cuando lo quería.

    No había sido difícil encontrarlos en el bar, pero no quería que todos la vieran, así que se escondió tras una planta y vigiló paciente. Se extrañó cuando a los pocos minutos, una mujer se acercó a la mesa. Le pareció que tenía pinta un poco de... bueno, lagarta era el primer adjetivo que se le venía, se preguntó cuanto cobraría... Pero dejó de odiarla cuando se alejó de Javi. Vio que se tomaba una copa con ellos y se reían. Mierda. No pintaba bien. No quería seguir escondida tras una planta.

    Cuando se levantaron, Lola se alarmó. ¿Ahora qué? Trató de recomponerse y se ajustó el vestido. Ninguno reparó en su presencia al pasar por su lado. Sólo aquella mujer, que pareció hacerle rayos equis y ver más allá de la tela. Aquello la perturbó notablemente. Y como si estuviera bajo el hechizo de la flautista de Hamelín, los siguió, a una distancia prudente, eso sí.

    Lola tiene lagunas en su memoria. Se recuerda entre sudores, desprovista de aquel vestido. Recuerda la mirada de Javi, como si fuera un desconocido, otras miradas que no logra identificar. Recuerda sensaciones desconocidas. Recuerda querer más y gritarlo.

    Pero sobretodo recuerda que le gustó. Y recuerda no haber sido capaz de sentirse igual con Javi desde aquella noche. Como si hubiera conocido una nueva clase de sed ante la que su mente se desparramaba.


    Natalia no lograba comprender el relato inconexo de su amiga, que entre hipos y lágrimas sólo acertaba a articular las palabras: "vestido"," selección", "desnudos", "orgasmos.." En una sucesión inteligible de frases. Natalia llegó a pensar que había pillado a toda la selección viendo porno, una de sexo en grupo le había parecido entender. Pero algo no acababa de encajar.

    Lola y Javi habían hablado del tema. Él estaba fascinado con su nueva faceta. Ella se dio cuenta de que él ya no le bastaba.

    -Joder Natalia, ¡que desde entonces no he podido... ya sabes!

    Natalia asintió en un gesto comprensivo, pero lo que entendió, es que Lola debía dejarse de remeros.

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  10. A la mierda, pienso, estoy harta. Este desgraciado no merece el amor que siento por él. Todas las noches de desvelo que me ha costado el mal nacido. No voy a decir que haya sido una santa, sería engañarse y, teniendo en cuenta que hablo conmigo misma, me parece un grado definitivo de hipocresía. Sí, la gente que tiene esa capacidad de autoengaño y autoconvencimiento siempre me ha parecido que sufren un definitivo exceso de vuelta de tuerca.
    El hotel es bonito, cercano a Santander, un poco clásico pero bien pertrechado para huéspedes, a caballo entre juerguistas y parejitas que quieren olvidarse del mundanal ruido. El camino hasta aquí ha sido un infierno, siempre pensé que este viaje arreglaría las cosas pero, qué va, solo las ha empeorado aún más.
    No es que me lo haga mal, él digo ¿no?. Pero llega un momento en el que es siempre lo mismo, una y otra vez lo mismo. Podría definir nuestro orgasmo comparándolo con el centrifugado de mi nueva lavadora alemana de último modelo: rápido y silencioso.

    Lo peor es que ando dándole vueltas a algo, una idea turbia y excitante ronda mi mente. Al llegar hace dos días coincidimos en la recepción con algunos huéspedes. Llamaba clamorosamente la atención un grupo de esbeltos jóvenes con una misma indumentaria a bandas rojas y negras, debidamente ajustada, y con una bandera de Cantabria en el lado izquierdo del pecho y el de una conocida marca deportiva en el lado derecho. Me quedé embelesada, ¡qué digo!, no, ¡anonadada! por aquella anatomía exuberante, tan alejada de la que aprendiese yo en el colegio, y que seguramente me resultaría tan grata volver a repasar con aquellos gigantes del norte.
    Al ver mi cara de estupor el recepcionista saludó a uno de ellos, un muchacho rubio que no tenía desperdicio. - Roberto, qué pasa, ¿cómo van esas regatas?. Al poco pude enterarme que se trataba nada más y nada menos que de la selección cántabra de remo, de la cual no había oído hablar en mi puñetera vida; pero que no se borraría jamás de mi mente. Sólo de pensar en esas fuertes manos sujetando aquellos remos y empujando con decisión la pala dentro del agua, rítmicamente, sin parar, cada vez con más fuerza, en un sprint final arrollador...

    Baste decir que en aquel pensamiento humedecí mi ropa interior y me tuve que cambiar. También se lubricó mi cerebro que fluyó en fantasías tremendas y alocadas.
    Y aquí estoy, ha llegado el momento. Estoy frente a la puerta del tal Roberto y alguno de sus compañeros. Dentro se oyen risas y juerga. Entraré con alguna excusa y me invitarán a tomar algo...
    Llamo a la puerta débilmente y no parecen oírme así que empujo la puerta. Atónita asisto a una auténtica bacanal romana. Los seleccionados semidesnudos, rodeados de botellas de alcohol se contorsionan en un ritmo cadencioso aprendido durante tantos años de entrenamiento juntos, sin embargo no empujan ninguna barca. En medio del fragor, puedo ver una melena Rubia y un cuerpo desnudo de mujer entrelazada con la muchedumbre. Repara en mi presencia, ¡la reconozco!, esa fulana estaba en la misma recepción que yo, ¡pero estaba junto a su marido, y de luna de miel!.

    Aquella mujer se me había adelantado, por lo menos pude constatar que la selección cántabra de remo sabe trabajar en equipo.

    Pseudónimo:
    Chasco.

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  11. Enfant Terrible
    Era otra escapa más para huir de la rutina, pero el tedio de los años se agarraba a mis tobillos. Mario absorto en su egocéntrico entusiasmo hablaba de lo fabulosa que era Cambridge en esta época del año. Aún recuerdo como me arrastro hacia aquel puente para ver “la apasionante regata”.
    He de reconocer que esa alegría bobalicona y ese desenfado me cautivaron aquella primera noche que pase con Mario. Era feliz siempre, no importaba cuanto me quejará, cuanto intentara fastidiarle, él era capaz de trasformar cualquier frustración en una nueva oportunidad y aquello que me hipnotizo en un principio se convirtió en un auténtico fastidio. No es que no le importaran las cosas, o no se diera cuenta del sufrimiento ajeno. Al contrario era muy consciente, pero no se dejaba embargar por la seductora melancolía y conseguía siempre ver alguna oportunidad para cambiarlo y si eso no era posible lo aceptaba sin la más mínima resignación. Conmigo no sé daba por vencido, no es que lo tomase como una tarea onerosa, más bien parecía que el pudiese ver en mí una alegría y unas ganas de vivir que ni yo misma conocía.
    Había intentado por todos los medios que se enfadase, que me odiase, que me abofetease incluso, pero él siempre con su infinita comprensión se amoldaba. Y no es que yo no lo hubiese intentado: comentarios dañinos sobre sus hijas, infidelidades múltiples de las que dejaba patente huella, sarcasmos a todas sus ocurrencias,… y nada! parecía que no se terminaba de creer mis ganas de dañarlo, casi se lo tomaba como un chiquillada. Enfant terrible, me llamaba en esas ocasiones. A veces creo que su mayor agresión era su no respuesta.
    Aquella tarde en el puente, decidí que aquello tenía que acabar, odiaba su sonrisa, su manera de guiñarme un ojo buscando mi complicidad, e incluso como sus ojos de deseo recorrían mi escote con el máximo descaro. Pero lo peor de todo es que me odiaba a mi misma estando con él.
    Ver aquellos fornidos brazos de los regatistas acompasados y salpicándose de agua con cada movimiento me dio una estupenda idea.
    Cuando llegamos al hotel, Mario quiso hacer el amor y a modo de despedida tuvimos una tórrida sesión. Cuando terminamos Mario quiso quedarse abrazado a mí y hablar de nuestros planes para mañana. Solo el hecho de pensarlo me erizo el vello, y salte de la cama como si quemasen las sabanas. Me metí en la ducha y me vestí para bajar al bar del hotel.Aún seguía siendo atractiva y me puse un vestido negro de coctel y unos labios rojos.
    Al llegar al bar fue una gran decepción, sólo un decrepito camarero y el pianista amenizaban la noche que no prometía lo que había imaginado. Cuando estaba a punto de terminarme el Martini y desistir en mi último intento de destrucción conyugal, llego uno de esos fornidos jóvenes que había visto palear en la regata. Pregunto por la máquina de hielo, que el barman le indico estaba al lado del ascensor. Me levante, pague mi copa y me dirigí el ascensor.
    Cuando el veinteañero monto no hizo falta mediar palabra, me miro de arriba abajo y me acerque lentamente pasándole mi lengua por su prominente nuez. La habitación estaba repleta de otros jóvenes fornidos. Uno tras otro me acosté con cada uno de aquellos miembros del equipo y aunque desde fuera se podría pensar que se aprovechaban de mi…yo me aproveche de ellos. Me aproveche de ellos para destruir mi matrimonio, me aproveche de ellos para dañar a Mario y borrar su sonrisa, me aproveche de ellos para confirmarme a mi misma que era mala y que podía dañar… Con cada cuerpo me fui sintiendo un poco más vacía, un poco más frágil, un poco más triste,… un poco más yo.
    Salí de la habitación tambaleándome y apestando a alcohol y a sexo. Mario estaba despierto cuando llegue. Me fui a la ducha y me vestí. Cuando termine de arreglarme le dije a Mario que lo nuestro había terminado, era incapaz de convertirme en la mujer que él veía en mi y cada vez me sentía más sola y vacía en esta podredumbre que a veces me invadía y que él prefería infantilizar.

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  12. - ¡Mierda, Ismael, esto puede acabar con toda mi carrera profesional! ¡Qué digo! ¡Esto puede acabar con toda mi vida! ¡Joder, Ismael, dí algo!

    - Tranquilo, Marco, esto no tiene por qué salir a la luz.

    Marco, camina nerviosamente por la inmensa aunque rústica habitación del hotel. Tropieza en varias ocasiones con las botellas de ginebra y whisky aún sin terminar esparcidas por toda la sala. De hecho, parece que ha pasado un huracán por la estancia. Varias prendas de ropa, la mayoría parte de la equipación oficial del equipo, decoran los típicos sofás tapizados con tela a cuadros y la lámpara de pie que hay junto al televisor. De éste, cuelgan unas minúsculas bragas rojas de encaje.

    Ismael contempla la escena, que incluso le resulta cómica en algún punto, mientras Marco continúa un discurso interminable tintado con esa angustia neurótica tan característica suya. A Ismael siempre le pareció algo patético. Ismael era, sin duda, más calculador, más frío. Sabía perfectamente lo que había que hacer en cada momento, y lo hacía, sin dudas, sin medias-tintas. Quizá esa era la parte de él que Marco siempre admiró, secretamente, y que aliviaba su fastidiosa inseguridad y dependencia.

    - ¡Joder, Marco, estate quieto de una vez! Que te he dicho que no va a pasar nada.

    Su voz suena dura, pero firme, y eso parece tener un efecto amortiguador sobre Marco, que se sienta, pálido, al borde de la cama, sobre unos calzoncillos tipo slip.

    - Al fin y al cabo, sólo somos la selección cántabra de remo, joder, no hay para tanto. Ni que fuésemos a salir en las noticias por habernos follado a un par de guarras en un hotel en medio de la nada. Menuda nochecita la de ayer, eso si es forma de celebrar un buen partido. Cómo la chupaba la rubita, para tener menos de veinticinco y regentar un hotelucho como este, hacía maravillas con la boca.

    La verdad, es que se habían pasado esta vez. La habitación daba fe de ello, y en la estancia anexa, que se comunicaba con la principal, podía verse el pie debajo de la sábana de una de las cinco chicas del pueblo, que habían acudido aquella noche al hotel con sus mejor vestido, y ahora dormían exhaustas en aquella enorme pero incómoda cama con estructura de madera antigua.

    - ¡Mierda!, Ismael, ¿y si a alguna de esas putas les da por hablar? ¿Y si algún periodista aburrido o codicioso le da por investigar más a fondo? ¿Y si le da por ir hacia a tras a ver si consigue desvelar algún otro escándalo de esta jodida selección? Te dije que esto acabaría saliendo, Ismael, ¡Te lo dije!

    - ¡Cállate! ¿Quieres que alguien te oiga? Haz el favor de cerrar la boca de una vez.

    Ismael estaba a punto de perder los nervios. Estaba claro que Marco no podía soportar el estrés. Bueno, se nos había ido de las manos con aquella prostituta, sí, pero al fin y al cabo ya habían pasado casi dos años, y nada se supo nunca. Ya me encargué yo de que así fuera. Era imposible que alguien encontrara el cuerpo. De hecho, fui yo el que se ocupó de todo, y empezaba a estar harto de tener que cargar para el resto de mi vida con este llorón, que no hacía más que gimotear, y sorber los mocos.

    Ismael coge aire, respira hondo y consigue recuperar su aspecto controlado habitual.

    - Vaaaamos, Marco, venga, perdóname, no quería ponerme así contigo. Sabes de sobra que aquel asunto está bien atado, me encargué de todo. Siempre lo hago. Ahora acuéstate un rato, te vendrá bien descansar, y ya verás como en unas horas lo ves todo de otra manera. Yo me encargo de recoger este desastre.

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