miércoles, 30 de enero de 2019

XLII EDICIÓN DE RELATOS FUNDAMENTALES

ESPÍRITUS
 







Tema: ESPÍRITUS.

Método de envío: cada relato será un comentario anónimo en la entrada del blog.

Extensión: Libre. Que tu imaginación vuele desde la primera palabra hasta la... que tú quieras. 

Fecha límite: Como siempre, no se penalizará a los procastinadores. Esperamos vuestros relatos hasta el domingo 7 de julio sobre las 13:00 en El Retiro.

Lectura de los relatos: La identidad de los autores será una incógnita en todo momento hasta que deje de serlo. Los relatos serán repartidos entre los participantes aleatoriamente para su lectura, salvo que algún autor prefiera leer el suyo por alguna causa justificada. Se recomienda al lector leer previamente el relato, para tratar de ser fiel a la intención del creador del escrito.

Organización de la siguiente edición: Se admiten voluntarios para la noble causa de acoger y alimentar a los fundamentales en la próxima edición. 


15 comentarios:

  1. -Creo que ayer me lié con un fantasma.

    - ¡Qué dices, tía! ¿Otro cabrón que desaparece al amanecer de tu cama sin darte su número de móvil?

    - ¡Que no! Hablo de un fantasma de verdad. Un espectro, una sombra, un espíritu…

    -Jajajajaja. Tía ¿qué te has fumado? Jajajaja.

    -Qué sí, que es verdad. Estoy hablando en serio. Ya sé que suena a locura pero, de verdad, creo que ayer estuve con un fantasma. Fue algo sobrenatural.

    -Eso es porque llegaste al orgasmo. Qué jodida,jajajaja.

    -Eres gilipollas, vale. Estoy hablando en serio, joder.

    -Venga va, por un segundo voy a fingir que me he dado un golpe en la cabeza y te voy a creer ¿en qué te basas para decir que estuviste con un fantasma?

    -Desde que se me presentó mientras me pedía una copa en el Súper 8 fue todo muy raro. ¿Sabes esa extraña sensación de conocer a alguien que no has visto nunca en tu vida? Eso fue lo primero. Después al besarme, sentí que me atravesaba, como si se metiera dentro de mí. No sé cómo describirlo exactamente pero, abrazándome, me sentí poseída.

    -Pero eso no es tan raro. Es química. Cuesta encontrar personas así con las que ser compatible pero de ahí a que sea un fantasma…

    - ¡Calla! Escucha que te sigo contando. Me sentí tan a gusto que le dije que se viniera a mi casa. Quería que lo que estaba viviendo perdurara el máximo tiempo posible. Dios, recuerdo sus besos y se me eriza la piel… Mira, mira (enseñando el brazo), no te engaño… En mi casa, todo fue mágico, si con los abrazos tenía la sensación de que estaba en mi interior, cuando realmente sí estuvo dentro de mí, exploté de placer. Joder, pura magia.

    - ¡Hija de puta! Tú lo que quieres es presumir de que tuviste un orgasmo de la hostia. ¡Qué perra! Todo lo del fantasma solo era una excusa para contarme que te habían hecho ver las estrellas,jajajaja...

    -¡¡Te quieres callar de una puta vez y dejarme terminar! Pues eso, magia, pura magia, nunca había sentido algo así… Explotamos a la vez y fue…. Uffff. Después él se fue al baño y ahí empezó el misterio. Desapareció.

    - ¿Cómo que desapareció?

    - ¡Que desapareció! Después de unos minutos esperando en la cama lo empecé a llamar porque me extrañaba tanto silencio y cuando entré en el baño no había nadie ¡Nadie! Palabra de honor que no me moví de la cama. No pudo salir por ningún sitio. Joder, desapareció. Me quedé blanca y ya no pude dormir en toda la noche. Esta mañana llamé a María para contárselo y para que me diera su opinión y me dijo que no me había visto con nadie en el local, que creía que me había ido sola a casa. Ahí ya me acojoné todavía más. Te juró que no lo soñé, que no me drogué, que no me lo imaginé... Ayer eché el mejor polvo de mi vida y parece que solo ha ocurrido en mi cabeza.

    -Espero que al menos se pusiera condón… No te veo teniendo un hijo llamado Cásper,jajajajaja.

    -Vete a la mierda

    -Jajajajaja. No te enfades. Igual solo era un fantasma que necesitaba correrse para poder subir al cielo o romper un maleficio.

    -Joder, pues me podía haber llevado con él… Me hubiera ido. Lo hubiera seguido hasta el mismísimo infierno.

    -Jajajaja…

    -Dios, para un tío que me sabe follar y es un fantasma… Vaya mierda. Ya no sé si podré volver a acostumbrarme a estar con mortales...

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  2. Últimamente me paso el día ansiando que llegue la noche, justo las doce y dos minutos de la noche, la hora de acostarme, la hora de soñarle… ¡Tiene que ser alguien! ¿Existirá? Su mirada se me aparece diariamente en los recovecos de mis sueños. No recuerdo haberlo visto en ninguna otra parte. Me arrasa y consigue llevarme a sus profundidades con un oleaje suave como de sonreír cancioncillas de tréboles y de aves. ¿Cómo conseguirá sonreírme así tan solo con los ojos? Me parece tan real… Estoy casi segura de que lo he tenido que ver antes en algún otro lugar y creo que ya estoy empezando a rozar la locura con lo de los bonos de metrobus de todas las zonas posibles: la A me toca los lunes, B1-B2 los martes, B3 los miércoles… Menos mal que conseguí alargar un par de meses lo de la baja por mi esguince de tabique nasal porque esto ya se ha convertido en más que un trabajo a tiempo completo. Busco su mirada en cada vagón, en cada asiento, en cada andén. De ocho a ocho y con tan solo un descansito de media hora para comer. Mi día consiste básicamente en recorrerme el largo y ancho de todo el transporte público de la comunidad de Madrid, porque si de algo estoy segura es que esa mirada con la que me fundo cada noche es de aquí, de Madrid (y también de que no usa mucho el coche), es imposible que habitando en otra parte se me apareciese con tantísima fuerza… Una vez intenté preguntárselo “¿De dónde eres?” pero no me salió la voz del cuerpo y me desperté sobresaltada de repente ¿Será que no me quiere decir quién es realmente? ¿Preferirá que nos sigamos encontrando tan solo en el interior de mis sueños? ¿Serán estos también los suyos? Ya son muchas miradas cruzadas de orilla a orilla como para habernos hecho cosquillas en más de una ocasión… Yo apenas sé nada de él, tan solo la alquimia que siento tras las carcajadas de sus párpados y él de mí supongo que tiene que saber algo más porque en el deambular por mis sueños seguro que algo le contó mi subconsciente, aparte también debe saber de sobra donde vivo viniendo así como viene tan puntual cada noche a visitarme, lo cual me lleva a pensar que quizás hoy debería quedarme en casa, no salir a buscarle y esperar a que sea él, el que de algún modo también me encuentre. Quizás estoy buscándole ahí afuera sin éxito porque no me he dado cuenta de que ya lo tengo adentro, en esos sueños que crean mi propia vida, en esta vida que cree en mis propios sueños. Creo que me haré un té, regaré las plantas e iré tranquilamente a comprar el pan y a lo mejor también compro un par de botellas de vino, por si algún día tuviera que celebrar que me sueño con él estando despierta en cualquier esquina de esta avenida y de repente esa mirada se convirtiese en una aparición a la que le crezcan los brazos, las manos, las piernas e incluso los dientes… ¿Y si nos estuviésemos pisando los talones y simplemente nuestras huellas se hubiesen quedado dormidas? Ojalá fuese así y un día de estos ellas también nos sueñen al cruzarse pero con los ojos abiertos.

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  3. Creo que aún no me he despertado.

    ¿O sí?

    Estoy en ese estado entre el sueño y la vigilia. Ese preciso instante en el que la realidad se va abriendo camino desde la ensoñación.

    Y vuelvo a darme cuenta de que vuelves a ser tú quien aparece en mi sueño. Una y otra vez tú. Todos los días tú.

    La agradable sensación del sueño se transforma poco a poco en amargura a medida que se disipa tu recuerdo y solo queda la habitación. Observo, aún sin moverme, tu lado de la cama. El hueco que ha quedado, tu ausencia.

    Imagino que estás ahí y que toco tu piel. Noto tu calor. Tu respiración. Tu olor.

    Pero no estás. Nada de eso está. Sólo hay ausencia.

    Desde el 28 de agosto en que te fuiste aquel día, tu recuerdo se hace cada vez más difuso. Se emborrona, se retuerce, se revuelve, se hace nítido de nuevo. A veces llego a dudar de si eras real. Si algo de todo esto que sueño, recuerdo y siento fue real.

    Cada vez que te pienso. Cada vez que te sueño. Y aunque no estás, parece que siempre estás. En cada rincón de cada lugar. Pero a la vez, no estás. Ya no se si fuiste.

    Y así transcurre cada mañana, cada día y cada noche.

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  4. Elegía a un espíritu octogenario

    Dónde estarán perdidos hoy tus huesos
    serán polvo junto a los de otros tantos
    Indiferente nadie, no hubo ilesos

    en una guerra ahogada por los llantos.
    No hay contienda peor, esa es seguro
    la fraternal que tiñe de quebrantos

    las venas de un país que queda oscuro.
    Tinieblas que se alargan demasiado,
    toca cerrar heridas de cianuro.

    Miserable el que ignora su pasado
    porque está condenado a repetirlo.
    La memoria es un arma en el costado.

    Fue mi abuela quien tuvo que sufrirlo
    Ella no pudo ir a tu homenaje
    Ella ya no está aquí para vivirlo

    Para honrar a su padre y al coraje
    de quienes no escondieron sus valores
    Aun sabiéndose el fin de su viaje.

    Absurdo es aferrarse a esos rencores,
    darle más importancia a los idiotas
    que el airear banderas de colores

    en sus balcones huecos, creen patriota.
    Una piedra en la plaza alivia el duelo,
    teje antiguas costuras que había rotas
    de tus alas que levantan el vuelo.

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  5. Es
    Pir
    Y


    ... Venga venga
    Hay que escribir algo sobre espíritus.
    Y encima te pones a escribir en San Valentín. ¿Qué vas a hacer? ¿Algo tipo Ghost? ¡Ni de coña!
    Espiritus tomando bebidas espirituosas.
    El espíritu de la golosina.
    ¿Acaso tienes tú espíritu? ¿Ves espíritus? Espi...di...fren? Oh mierda, ¿acabo de hacer publicidad gratuita? Esto de la escritura automática no está dando frutos... Mejor trato de construir una historia... Algo sobre... espíritus, claro. Tipo ¿fantasmas? Hmmm. O algo tipo viaje astral ¿? ¿De corte filosófico? ¿Algo gracioso? Uff no sé. (insertar muñequito de whatsapp ese que se da con la mano en la cara). Me voy a tener que tomar yo la bebida espirituosa. (insertar chupito de licor letón). Creo que me está poseyendo un espíritu poco inspirado. Quizá debería hacer algún ritual para invocar al espíritu relatero fundamental. (insertar emoticono de whatsapp de la carita pensante con mano en la barbilla, o si lo hubiera: de chamán). (y de paso chupito doble de licor letón).
    Ahora tengo el espíritu algo más animado
    Pero no sé si más inspirado..
    Oh! acabo de hacer un pareado! (insertar pensamiento ilusorio de que el licor letón está funcionando, y ya de paso otro chupito).
    ¡Ya sé, ya sé! Una casa encantada! Seguro que queda muy original. Un trágico accidente, por ejemplo de un niño majete, que luego en el mundo fantasma tiene que hacer cosas para ganarse el respeto de los compañeros fantasmas, que le hacen trastadas a lo bulling espiritual. Porque en realidad él no quiere asustar a la gente... Seguro que nadie ha escrito nunca una historia parecida! (insertar gif de casper visto en el hilo de whatsapp de relatos). (Insertar negación) (insertar de forma intercalada chupitos de licor y sonido frenético de teclear).

    ****

    Puede que fuera un churrete de relato, puede que le hubiera gustado tener más tiempo para escribirlo, o puede que fuera el licor letón invocado hablando a través de sus dedos... Pero al apretar aquel enter, al publicar ese comentario... No se podía negar que una parte de su propio espíritu se enviaba, destilando parte de sí, formando parte de aquel encuentro más allá de las distancias y los cuerpos.

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  6. Por cuarta vez en una semana, frente al ordenador, empiezo y borro cientos de palabras…
    Espíritus
    ¿Qué coño escribo yo sobre algo con lo que conviví un tercio de mi vida y que tanto odio?
    Nada que decir de ésta realidad, o ficción, más que es un coñazo saber que están y no puedes interactuar con ellos como te gustaría…

    Empiezo palabras, empiezo incluso párrafos…

    No me conmueven, no me describen, no me dicen nada.
    ¡A la mierda!
    Delete
    (Aprieto una y otra vez la tecla borrar)

    Así que, ante la falta de inspiración, antes de comer, acordándome de la canción de Serrat, la de “no hago otra cosa que pensar en ti”, en la que la letra habla un poco de mi estado mental actual, pero de una manera distorsionada... he decidido meterme en internet, que todo lo sabe y todo lo tiene, para poder documentarme y tal vez así, sentir el espíritu de la inspiración…

    En la página de la RAE, se define espíritu como

    “Entidad abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material, constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar.”

    Cuando leo la primera parte, lo de Entidad Abstracta, sin querer, mi mente, que como he comentado antes , anda “ a pájaros”, me lleva a asociar esa idea con algún caso de corrupción de estos que tienen sociedades fantasma .(Entidad Abstracta = Sociedad Fantasma)
    Y de ese símil, vuelo hasta Urgangarín y pienso en su cárcel pequeñita, con celda pequeñita, en la que seguro que comen puchero y sopitas de madre porque para los pocos que son hacer guiso de carne a granel no compensa…
    De ahí me voy a Zaplana y sus achaques y que ahora ya en casa, verá los partidos del Madrid más relajado en calzoncillos sentado en su sofá de estafar, entre medicamentos y terapias...
    Hasta llego a recordar el extraño caso de Rita Barberá muerta en un hotel de la capital, horas antes de su declaración en juicio… ¿Quién se habrá quedado con esos bolsos tan ideales que siempre llevaba? , pienso…

    Pero nada, esos que me llevan a las Entidades Abstractas, más que espíritus, son fantasmas… De toda la vida lo han sido y siempre lo serán. Sobre esos no voy a escribir.

    Céntrate, pienso…

    Continúo con el análisis de la definición de la RAE y me doy cuenta, que según ellos, los espíritus, son sólo de humanos.

    Y eso ya me enfada de verdad. Me niego a pensar que no esté por aquí rondándome , el único espíritu que me encantaría que me acompañara a todas partes día y noche, el de mi perro.

    Me niego.

    Él que me acompañó en “parte material” (Siguiendo la definición de la RAE) siempre que le dejaron.
    Él que me echaba broncas entre gruñidos y ladridos.
    Él que adoraba el olor de mis porros de hachís y los espaguetti carbonara de mamá
    Él, que hasta le entraba curiosidad, al verme follar con cada amante de turno…

    Él, que sentiría orgullo perruno, al saber que me he mudado a una casa con terraza desde donde contar palomas y solecito por la tarde, con un hombre que se parece tanto a él que a veces le cambio el nombre al suyo…

    Él, seguro, tiene que estar por aquí…

    ¡Seguro!

    Divagando y recordando momentos irrepetibles , levanto la mirada del ordenador, miro por la ventana y veo como el sol calienta a dos niños aprendiendo a patinar en el patio de la urbanización.

    Me sale media sonrisa…

    Vuelvo a mirar la pantalla… nada que añadir… he vuelto a perderme…

    Tecleo fuertemente el Enter varias veces como quien se asegura de que ha terminado.

    Miro hacia mi izquierda, y sorprendida, en el silencio y la soledad de la hora de la siesta en esta casa de periferia, me doy cuenta cómo mi gata clava sus ojos atentamente hacia un punto vacío, cerca de la puerta de la habitación. A pocos centímetros del teclado, sobre sus peludos y gordos cuartos traseros, ojiplática, tensa, sin moverse, no deja de mirar a "ese" punto fijo cercano al suelo…

    Me cambia la cara, los ojos me sonríen con ternura, llevo mi mirada a ese mismo punto "vacío" y pienso…

    “Ni puta idea tienen los de la RAE”.

    Todos estamos aquí.

    Enter Enter.
    FIN

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  7. SIEMPRE CONTIGO (I)

    Instrucciones para leer este texto (léelo en bajo):
    1.- todo lo que hay en paréntesis son indicaciones para ti, no lo leas en alto.

    (Tono amigable. Como leyendo en voz en off de una carta)
    Estoy sentada a tu lado, pero tú no te has dado cuenta. Hay tantas cosas de las que no te has dado cuenta aún.
    Por ejemplo; ese escalofrío que recorre tu nuca algunas veces de madrugada es mi mano intentado acariciar tu cabeza y anudar tu pelo. A veces consigo enredártelo. A veces solo consigo que se erice tu piel. Otras veces no consigo absolutamente nada.

    Intento despertarte y hablar contigo, pero tratas de ignorarme. No quieres verme y aprietas tus párpados para evitar enfrentarte a cualquier formación extraña que surja en la oscuridad. Siempre te pudo el miedo a las sombras que se forman cuando no hay nada que ver. Desde pequeña. Aunque eso siempre me pareció paradójico: cuando abres los ojos con la luz apagada en tu habitación, dices no ver nada, pero ver “negro” no puede calificarse de no ver nada ¿No te parece?

    (voz más viva, con más énfasis)
    No sabes la de horas al día que te acompaño a todas partes; siempre voy un paso detrás de ti, como si tuviera miedo a que me descubrieses, que absurdo ¿No crees? Sabiendo que eso es casi imposible. Voy contigo al trabajo y te observo. Voy contigo a la compra y recorro contigo cada pasillo hasta llegar a la caja. Voy contigo en esas salidas con amigas, cada vez menos frecuentes. Cuando decides quedarte en casa, también estoy contigo, aunque tú te empeñes en llamarlo “estar a solas”, cuando en el fondo de tu ser sabes que no has estado sola en toda tu vida.
    (leyendo rápido el siguiente párrafo, voz viva y relatando atropelladamente)
    Yo no duermo ¿Sabes? Por eso cuando te vas a dormir me inquieto. Me gusta observarte cuando haces cosas, pero cuando duermes me aburres soberanamente. Por eso hay días en los que me impaciento e intento cualquier cosa para que me entretengas. Hay días en los que te he despertado con algún ruido. Tu sueles achacarlo a que algún mueble es viejo y cruje o a que tu vecino o alguien de la calle ha hecho algo de repercusión sonora. Tienes mucha imaginación cuando se trata de disimular el miedo que te recorre ante sucesos inexplicables. (Irónicamente y lectura más pausada)Te admiro, en serio, poder engañarse a un mismo es una virtud que no todos tienen…
    (tono de reproche)

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  8. SIEMPRE CONTIGO (II)
    (tono de reproche)
    Mamá no te habló de mí. Eso es quizás lo que más me duele de todo esto. Tu celebras tu cumpleaños y soplas las velas de la tarta, pero yo no puedo hacerlo. Me gustaría explicarte que yo nací contigo, pero que lo hice muerta. No sé si eso es realmente “nacer”, pero mi cuerpo salió de donde tu saliste, prácticamente a la vez.

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  9. SIEMPRE CONTIGO (III)

    (Volviendo al tono amigable del principio)
    Me pregunto como hubiera sido nuestra infancia ¿Feliz? No lo sabremos ¿Verdad?
    ¿Sabes? A veces me meto en tu armario y curioseo tu ropa. Me gusta fantasear con que soy yo quien estoy viva y vivo la vida que tú estás llevando. A veces me meto y curioseo y luego te observo desde dentro. Entonces tú miras de reojo la puerta abierta del armario y te acercas a mí para cerrarla. Sigo sin entender porque no eres capaz de dormir con la puerta del armario abierta, quizá me intuyas… ¿Me intuyes? Porque soy yo, si de verdad, soy yo quien te observa desde dentro y cuando te acercas a cerrar la puerta por un segundo estamos frente a frente, mirándonos…¿Mirándonos? ¿Puedes verme, hermanita? Porque yo casi creo que puedes verme. Estoy segura de que por un segundo lo haces. ¿Qué cómo lo sé? Claro, porque siempre quitas la mirada demasiado rápido. Veo como la pupila de tus ojos cambia su dirección demasiado rauda y veloz, como si no huyeran de algo.

    (Muy lento y suave)
    He tomado una decisión. Quiero hablar contigo esta noche. Quiero que nos intercambiemos. Ya es hora de que yo viva la vida que tu vives. Me lo merezco. Llevo mucho tiempo esperando. ¿No lo crees? ¿No crees que lo merezco? Sé que no podremos estar juntas en la vida y que en el futuro lo estaremos para siempre, porque entonces las dos estaremos muertas y la vida es efímera, pero la muerte dura hasta siempre, al menos eso me han dicho los que son como yo.
    Solo sentiré no haber disfrutado un día de relatos contigo y tus amigas. Todas vivas quiero decir. Porque yo nunca falto, puede que no esté presente en cuerpo, no lo tengo, pero siempre estoy presente en espíritu.

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  10. Esfuerzo titánico por levantarme del sofá, arreglarme y llegar a tiempo a la cena de amigas.
    - Estás radiante, mejor que nunca.
    - Gracias. Tú también.
    Vino, algunos cotilleos, conversación distendida, más vino. Me siento relajada. Capeo dignamente mi turno de actualización y al no poder evitar la alusión a mi reciente desengaño amoroso recurro al sarcasmo. En realidad no me importa demasiado hablar de ello, solo que me aburre. “Es agua pasada”, comento. Sorpresivamente un comentario me estalla en la cabeza.
    - "Si no ha salido bien es que no era para ti, las cosas pasan por algo. Ya llegará tu hombre"
    - (¿Peeeerdona?)
    No puedo dar cuenta de cómo prosigue la conversación porque mi mente se acelera en un vertiginoso torrente envenenado. “¿Mi hombre? ¿Qué es eso? ¿Mi media naranja? Me río del destino y de la idea de un cosmos que tiene algo preparado para mí, un ente superior que conspira para escribir sobre mi persona un caprichoso argumento de comedia romántica. Preciosa la idea de un orden y una justicia poética que rigen nuestro devenir, pero me temo que al universo no le importo una mierda. ¿Puede pensar distinto alguien que ve las noticas a diario y tiene la capacidad de mirar más allá de su ombligo? ¿Y ese cuento del karma? ¿En serio mi desastrosa vida amorosa puede ser resultado de haber copiado en selectividad? O mejor, ¿de que en otra vida fui una colaboracionista del nazismo o una maltratadora de gatitos? Y lo mismo con las religiones ¿algún argumento mínimamente sólido que me demuestre que no surgen del hecho de que los humanos somos primitivos y asustadizos seres que necesitamos contarnos que un dios nos cuida y tiene preparado para nosotros algo en el más allá, calmando así las angustias existenciales y miserias emocionales del más acá? ¿Vida después de la muerte?…. ¡No me jodas! Pongamos los pies en la tierra por un momento. ¿Espiritualidad? ¿Trascendencia? ¿El secreto? ¿Mr Wonderful? ¿Cuarto milenio? Solo me faltaba creer en fantasmas.”

    - Ana.
    - (…)
    - Anaa
    - Perdón. ¿qué?
    - ¿Qué si nos vamos ya?
    - Claro.

    Tras apurar la copa y con la cabeza alta y el paso menos firme de lo deseado me adentro junto a mis amigas en la discoteca. De inmediato una intensa sensación me invade. Un sentimiento brusco, animal. Noto palpitaciones y se me eriza la piel. Aturdida por la extrañeza tardo unos segundos en procesar el desencadene de este estado: una figura junto a la barra, de espaldas. Se gira. No es él. Falsa alarma. Demasiado tarde. Es la música, es la canción. No puedo más, salgo atropelladamente del local.

    Respiro. Necesito respirar más hondo. Necesito comprar una lata de cerveza. Emprendo el regreso a casa y dejo que mis lágrimas esparzan rímel por toda mi cara. Me doy cuenta de lo patético de la escena… “a la porra mi cinismo”. Me da la risa, ahí, cuando pienso que quizá tenga que reconsiderar aquello de que no creo en los fantasmas.

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  11. La bohardilla

    Los ruidos de la bohardilla llevaban sobresaltándola desde el primer día que había llegado a la casa. Al principio, no les había dado importancia, se habían mezclado con el resto de sonidos del campo a los que, pensaba, ya se iría acostumbrando. Si no había dicho nada era para no parecer una niña delicada de ciudad. En realidad a Silvia la incomodaba darse cuenta de que, por raro que fuera, nunca hubiera pasado unos días en una casa de campo. Ya tenía 16 años, y no es que fuese la primera vez que salía de Madrid.

    Mientras bajaba por las escaleras, pensaba que el plan desde el principio le había generado un rechazo que no comprendía muy bien. En la cocina la esperaban sus amigas. Por las caras de excitación de Bea y su prima Nuria, se notaba que habían esperado impacientes a que su amiga se levantase. Mientras bajaba el último escalón lo escuchó claramente: un chasquido sordo. La extraña imagen le vino a la mente. Ellas tenían que haberlo oído, pero no la dejaron hablar.

    -Tía, ya era hora-dijo Bea.
    -No importa-siguió Nuria-, total, tus padres se acaban de ir.
    -¿Nos quedamos entonces solas?- preguntó Silvia. Enseguida volvió a oírlo, pero el sonido del coche de los padres de Bea al arrancar lo tapó.

    Miguel y Nico llegaron al atardecer con las bebidas. Las había comprado Nico, que tenía barba era el que parecía más mayor. De todas formas, en el pueblo tampoco ponían muchos problemas a la hora de vender alcohol. Silvia había pasado el día ensimismada, aprovechando cualquier excusa para salir fuera de la casa. Sus amigas le habían preguntado que si le pasaba algo, pero ella las había que estaba algo cansada, que prefería tomar el aire y estar bien para por la noche. Es el sonido de unos dientes, había pensado, y ya no había podido sacarse la imagen de la cabeza. Una mandíbula que se abre y se cierra en la oscuridad. Unos ojos excesivamente abiertos, una expresión de pánico. No quería seguir viéndolo, pero no lograba dejar de imaginárselo.

    A pesar de estar ya borrachos, sus amigos habían notado el silencio de Silvia.
    -Qué te pasa, Sil- dijo Nico.
    -Necesito subir a la bohardilla, llevo todo día intentando evitarlo, pero necesito hacerlo. ¿Vosotros no escucháis los ruidos?- dijo Silvia.
    Todos miraron con cara de asombro.
    -Serán las ruidos del campo- se rió Miguel.
    -O el espíritu de la bohardilla...-dijo Nuria.
    -Lo digo en serio, hay algo ahí y creo que sé lo que es, por eso deberíamos subir.
    -A la bohardilla no podemos, ya lo sabéis- dijo Bea-. Mis padres nunca nos han dejado.
    -La bohardilla está fuera de los límites de esta casa- dijo Nico imitando con voz grave al padre de Bea.

    Silvia salió corriendo escaleras arriba, seguida del resto de amigos, ignorando los avisos de Bea, que les imploraba que pararan. Antes de abrir la puerta, Silvia les pidió con un gesto que estuvieran en silencio. No se escuchaba nada. Tras abrir la puerta, pasaron los cinco amigos a la habitación oscura, tan solo iluminada por la luz tenue que entraba por la ventana. Uno tras otro se fueron colocando delante de cada espejo. La imagen que se reflejaba era su propia cabeza cortada, los ojos muy abiertos, enrojecidos, los dientes abriéndose y cerrándose. Todos estaban paralizados, sin poder apartar su mirada de incomprensión y terror de la imagen del espejo. Todos menos Silvia, que se alejó tranquila y cerró la puerta con la certeza de haber comprendido su error. No debería haber venido nunca, y ahora sabía que ninguno de ellos saldría de allí.

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  12. LA VENTANA I

    Me gusta mirar por la ventana. Siempre me ha gustado. Me relaja. Observar las pequeñas cosas que hacen los vecinos en sus casas hace que mis pensamientos fluyan y se precipiten de uno a otro, liberando de cosas pendientes mi cabeza. Los del cuarto están regando las plantas. Un niño pasa por la calle con una pelota y un móvil, el del tercero tiende la ropa, la anciana del segundo deambula en bata por la casa, limpiando el polvo. Tengo que hacer esto sin falta para mañana y terminar de leer aquel artículo. Hoy me ha gustado la sensación entre compañeros en el trabajo… Una paloma se posa en la barandilla del balcón del primero. Mañana tengo que ir a comprar. Las tejas del edificio de enfrente me recuerdan a la casa de verano de la playa…
    Hoy vuelvo a mirar por la ventana. Algunos vecinos hacen siempre las mismas cosas a las mismas horas. Otros, como yo, son más impredecibles. La anciana del segundo sigue deambulando con su bata rosa pálido, su pelo gris enmarañado. Pasa una mopa por el suelo y mueve las cortinas mientras recoge algo. El del tercero recoge la ropa del tendedero.
    Mirar por la ventana me encanta. Hoy he vuelto a estar un rato absorto, mirando sin mirar. Todos los vecinos haciendo sus cosas… Menos la anciana del segundo. Hoy no la he visto, pero las luces de su casa estaban encendidas.
    Hoy ha pasado algo. Tras dos días con las luces encendidas y sin aparecer, una ambulancia se ha presentado en mi calle y han subido al segundo, a casa de la anciana. He visto como se llevaban una camilla con un saco negro bien cerrado, con un bulto escuálido entre sus pliegues. Me ha dado pena la verdad…
    Han pasado ya muchos meses desde que el segundo se quedó a oscuras; pero hoy ha llegado una furgoneta con albañiles y han empezado a vaciar la casa de muebles y a tirar tabiques.
    Un chico joven ha entrado hoy en el remodelado segundo. Me he dado cuenta porque estaba absorto en la ventana, pensando en mis cosas, en la compra, en las tejas, en el verano… Y le he visto llegar con maletas.
    Hoy me he asustado cuando miraba por la ventana, al ver al chico alto en el segundo. O bien me había acostumbrado a verlo a oscuras o esperaba ver a la anciana, pero no a él. Por curiosidad me he quedado mirando un rato… ¿será de los de rutinas o de los impredecibles?
    Vale, lo que voy a contar ahora debe tener alguna explicación, una muy tonta, pero por más que lo pienso no encuentro ninguna: El chico es de rutinas. Vive solo. No había nadie visitándole ni tiene señora de la limpieza. Él estaba en la cocina, ventana de la izquierda, como siempre a esas horas, cocinando algo, y yo pensando en mis cosas con la frente apoyada en el cristal de mi ventana. Vale. Yo estaba viendo al chico, era él. Estaba en la cocina. Y en un momento dado la cortina de la ventana de su dormitorio se ha movido. He pensado que sería el aire. Luego se ha vuelto a mover muy bruscamente, como si alguien la apartara de un manotazo. Entonces me he empezado a fijar de verdad. Lo que voy a contar no lo he visto de refilón, ni distraído, ni fugazmente. Ha sido muy nítido. Inequívoco, y yo estaba mirando a ese lugar con atención cuando ha pasado. De entre las cortinas, ha salido una mano de anciana, con un trapo del polvo agarrado, ha estado unos segundos limpiando el poyete de la ventana y se ha metido para adentro. Era media tarde de invierno, así que estaba ya anocheciendo. Ese momento del día en que ya se han encendido las farolas pero aún hay luz ambiente en la calle. Lo he visto claramente. La cuestión no es si he visto bien, sino qué explicación tiene. No ha vuelto a aparecer ninguna mano ni ninguna persona. El chico ha terminado su cena. Se la ha comido sentado en el sofá mientras veía la tele y después ha apagado las luces del salón, ventana del centro, y se ha metido en el dormitorio. Como las persianas estaban levantadas he podido ver su habitación, vacía, sin nadie dentro, justo antes de que las bajara. Yo no me he movido ya en toda la tarde de donde estaba

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  13. LA VENTANA II

    Ya no me asomo a la ventana para pensar en mis cosas. Ya no puedo. Tengo la vista puesta todo el día en las malditas cortinas del vecino. Estoy empezando a obsesionarme… me paso las tardes intentando volver a ver algo. Lo que sea, que me confirme o me desmienta
    Tengo todo el vello del cuerpo erizado desde hace una hora. Me dan escalofríos tan fuertes que me duelen… Hoy estaba mirando la ventana del dormitorio del vecino, a la derecha, mientras él cocinaba a dos ventanas de distancia. Por la ventana del centro, su salón, que estaba encendido, he visto a través de las cortinas a medio echar, aparecer una persona con bata rosa pálido, arrastrando los pies como una anciana. Estaba allí!! En mitad del salón, deambulando!! Pelo gris enmarañado… El chico ha terminado de cocinar y cuando cogía los platos para ir al sofá, la persona de la bata se ha ido hacia el dormitorio, justo en el momento exacto en que él entraba en el salón, ella desaparecía por la puerta… He querido gritar, avisarle, hacer señales desde mi ventana. Sólo una mezcla de pánico, miedo real a estar alucinando o al ridículo de que todo tuviese una lógica y estúpida explicación, me han dejado paralizado, viendo toda la escena con el corazón helado. Me he dado cuenta de que en la calle había un silencio extraño, como si no hubiese nadie más. Yo intentaba conseguir un mejor ángulo para observar, siempre a través de las cortinas translúcidas, a medio echar, a través de los marcos de las ventanas, de los objetos apilados en la terraza del salón, que me dejan ver sólo a medias la escena… Trato de estirar el cuello y ver mejor. Empiezo a ponerme en la situación del chico y joder, no querría estar ahí en esa casa.
    Pasa algo de pronto muy extraño. El chico se levanta y mira hacia la ventana. Mira hacia aquí. Se acerca a su ventana y mira hacia la mía. ¿Me está mirando a mí? ¿Le hago alguna señal? No! Me la hace él a mí! No entiendo nada… Oigo un sonido raro. Separo la frente del cristal y veo un reflejo de mi propia casa en mi ventana. El chico gesticula y pone cara de miedo. Se me para el corazón. No me atrevo a girarme. Hay algo rosa pálido y gris enmarañado en el reflejo.

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  14. Una figura se mueve en la oscuridad. Camina en mi dirección pero no parece avanzar. Yo me acerco hacia ella infinitamente más rápido y no hay manera de frenar a tiempo. El choque es inminente. Presencio en primer plano la muerte de un ser humano. Había visto algunos cadáveres antes, no muchos, siempre de ancianos con cuerpos decrépitos. Esa es la única clase de muerte que estaba preparado para ver, la que suele llamarse "natural". Esta persona no supera los cuarenta años de edad. Noto su agilidad en el reflejo animal de supervivencia antes de la colision, el brazo levantado que tapa la cara. Veo su melena castaña o puede que morena. Apenas puedo distinguir su rostro, pero intuyo el gesto de terror. Pulso con fuerza todos los botones. Tantas horas de estudio y entrenamiento no sirvieron para nada. Esta máquina no va a parar, yo no puedo controlarla. Para mí es un medio de vida, para el resto un medio de transporte, para ella un arma mortal. Noto el impacto en el cristal y mis ojos se abren.
    Me cuesta respirar. Me llevo la mano al pecho y siento la camiseta empapada en sudor. Enciendo el móvil y miro la hora. Las 3:24. No voy a volver a conciliar el sueño. Hace tres días que no tomo esas pastillas y sin ellas sé que no voy a descansar, pero mañana me reincorporo y tengo prohibido  conducir bajo sus efectos. Debo acostumbrarme.
    A las 7:30 llego a la estación. Me encuentro con un compañero que, por supuesto, está al tanto del incidente. A él también le pasó, me cuenta su historia con pelos y señales. No es lo que necesito escuchar en este momento. Habla de ello con resignación y molestia. Menciona otros episodios que le han contado. Es mucho más frecuente de lo que pensamos. Nadie lo avisa por megafonía, no aparece en los periódicos ni en la televisión, pero ocurre. Me dice que lo ocultan para evitar el "efecto llamada". Que es una mierda, pero que según están las cosas no podemos quejarnos de nuestras condiciones, que este es el mal que tenemos que asumir en nuestra profesión. Puede pasarnos a todos. No es nuestra culpa y no podemos hacer nada.
    Me subo a la cabina. Hace casi dos meses que no la piso y la siento rara, ajena. He perdido la familiaridad. Chequeo todo como si fuera mi primer día y arranco sin más. Noto que mi corazón se acelera cuando me acerco al túnel. Respiro hondo. Tengo que tranquilizarme. Entreabro los ojos, quiero enfocar la mirada pero tengo miedo de ver algún resto del incidente. Sangre, una zapatilla, cualquier cosa. Siento un escalofrío. Me siento más pesado, como si algo me empujara hacia abajo en mi asiento. Hay una leve brisa en la cabina que sigue completamente cerrada. No puedo evitar pensar que es ella. Sigue aquí. ¿Querrá decirme algo? ¿Viene a atormentarme? ¿A pedirme perdón?
    Estoy muy sensible. Puede que esto pase sólo en mi cabeza. Pero pasa una y otra vez. Me reincorporé hace más de una . No puedo volver a pasar por esto. Tengo que pedirle al médico que me recete más pastillas.



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  15. Herminia había hecho aquello miles de veces, así que debería considerarlo una de sus rutinas. Pero el efecto del cansancio y la premura se aliaron en aquel momento tan preciso para devolverla de su sonámbula ensoñación con un buen tortazo, lietarlemte. El golpe que pegó contra el suelo fue sordo, acompañado de un quejido dejp y sellado, ya que la Herminia era una extremeña setentona, es decir, recia y entrada en carnes. El suelo de la cochiquera era sin duda un buen némesis de hormigón para la Hermi, nombre con el que era conocida en aquel pueblo mal avenido. El cubo de los desperdicios que iba a echar a los guarros salió disparado hacia el techo en una parábola cerrada que acabó con gran parte de éstos desparramados sobre ella, cubriéndola de un extraño collage de puré a base de cáscaras de fruta, coles podridas y restos de huesos de otros animales. Una brecha en su cogote hizo crecer una amapola de sangre sibilina a modo de almohada, mientras quedaba absorta en la uralita y los maderos del techo que su Juan había construido con tanto esmero años atrás. Los guarros de la Hermi eran bien conocidos en la comarca por dar excelente jamón, jugoso tocino y buenos lomos. Eran el fruto de una excelsa dedicación diaria que consistía en una adecuada alimentación (ya descrita) y de unos paseos al libre albedrío por los alrededores, amén de alguna escapada a la cerca y a la mitad de la carretera del pueblo, lo que había provocado quejas de algunas familias rivales que nunca superaron lo de Franco. La Hermi siempre había creído muy ingrato que aquellos cerdos se empeñaran en escapar de aquel hotel porcino de cinco estrellas que los tenía "allí preparao", cierto es que el check out era abrupto, pero eso los cerdos no se lo podían oler.
    Aquel instante de conmoción se interrumpió con una respiración profunda, un ronquido ahuecado cercano fruto de una nariz ancha y corta. La Hermi, paralizada por el dolor, miró a su alrededor con lo poco de cervicales que le quedaban enteras. Los puercos, unos siete, la rodeaban a unos pasos de distancia con los morros dilatados y las orejas aguzadas, señales inequívocas de que estaban hambrientos, y que la Hermi, en aquel tropiezo, había caído poco más o menos que en su comedero. Santa ironía, aquella zorra de la Guadalupeña criticaría el sabor de aquellos jamones mientras se los zampaba a doble carrillo, sin saber que había sido cebado gracias a su archienemiga, en todo el amplio sentido, como una especie de cadena biótica bizarra que las haría hermanarse en espíritu y carne.
    Cuando ya podía oler las babas y sentir el dolor punzante de los colmillos, fue un chillido agudo la que la hizo parar su llanto. El macho más grande de su pequeña piara se interpuso entre los demás cerdos y su apetitosa ama haciéndolos retroceder un paso. Clavó su inteligente mirada en la Hermi, que, atónita, no era capaz de parpadear un instante. ¿Juan, eres tú mi amor?. A su Juan se lo había llevado Dios de un infarto, según los médicos por exceso de colesterol en su magra dieta porcina. Santa ironía, pensó, mientras "su Juan" le aclaraba la frente a lametazos.

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