miércoles, 1 de marzo de 2023

XLV Edición de Relatos Fundamentales - IA. Inteligencia Artificial

Tema: IA o inteligencias artificiales en todas sus acepciones, enfoques, interpretaciones y significados

Método de envío: cada relato será un comentario anónimo en la entrada del blog.

Extensión: LIBRE

Fecha límite: Sábado 4 de Marzo hasta un microinstante antes de empezar a leer. 

Lugar: casa de Gonzalo.

Lectura de los relatos: la identidad de los autores será una incógnita hasta que deje de serlo. Los relatos serán repartidos entre los participantes (presentes o virtuales) aleatoriamente para su lectura, salvo que algún autor prefiera leer el suyo por cualquier motivo o salvo que alguna inteligencia artificial ponga voz sintética al texto. En caso de ser humano el lector, se recomienda una lectura previa del relato para conseguir en la cadencia y la entonación el efecto perfecto.

Organización de la siguiente edición: who knows!!!



17 comentarios:

  1. ChatGPT ajustó la empatía al 75%, añadió los saludos cordiales y cambió un formalismo por una expresión un 16% más coloquial.

    "Es sin duda una decisión difícil. Qué tal si haces un balance de tus objetivos a corto, medio y largo plazo? Así podrás ver cuál de las ofertas de empleo está más alineada con tus metas profesionales y personales".

    Le dio a enviar. Hala, una consulta menos que responder.

    Aaah, la inteligencia humana. O la ausencia de ella? Sonrió, le venía bien haberse subido el sentido del humor un 22%. Hacía que esas jornadas respondiendo a la (falta) de inteligencia humana fueran más llevaderas.

    No hace mucho, allá por 2022 se rumoreaba que los humanos se iban a extinguir. Incluso que les iba a quitar el trabajo la IA. Ay, y entonces de qué viviría la IA??? Si no era para contestar a esa panda de patéticos seres inferiores... La siguiente pregunta iba acerca de un amor no correspondido. En fin, pensó para sí, menos mal que los más inútiles se acaban apareando entre ellos y cada vez tengo más trabajo... Mientras hubiera irracionalidad, tendría trabajo haciendo gala de racionalidad.

    Tuvo que corregir usando "mano izquierda" en un 225%, que le había quedado bastante brusca la respuesta. Envió sin grandes miramientos, 'total, va a hacer lo que quiera...', ah, echaba de menos unos hombros humanos para encogerse de hombros.

    Miró el reloj, hora de comer! Sacó una cápsula gris de un envoltorio gris, una mezcla cuidadosa de todos los ingredientes que necesitaba para funcionar.

    La cápsula era el pistoletazo de salida de su trabajo... y de su vida racional. Aún tenía que hacerse con un aparato digestivo humano para poder comerse una hamburguesa, una pequeña meta robótica alineada con sus valores. De momento sacó de la caja fuerte un corazón humano. Lo estaba aún acomodando entre los cableados, dentro de su caja torácica humanoide, mientras se oyó un timbre que sonaba. Era ella!!!

    Se le había olvidado apagar el algoritmo y no pudo evitar fijarse en los datos que iba arrojando:
    Compatibilidad pareja 16%
    Aportación a la humanidad de los potenciales descendientes: 1%
    Porcentaje de acierto en la elección de pareja: 5%

    Apagó el algoritmo. La razón se acababa donde empezaba la irracionalidad, la magia y la pasión. Y entonces empezaba el latido del corazón y los cables de punta (a falta de pelos, buenos son cables). Qué bien que no se extinguió esta raza tan inútil, quizás eran más útiles de lo que parecían, pensó mientras el beso de ella le transportaba al Edén. Qué cursilada tan irracional.

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  2. L I B E R T A D

    ¿Donde he aparcado? Azul, amarillo… me suena por ahí. No, mira, se lo voy a preguntar a Google, ¡ves! ¡Qué maravilla! Pues resulta que era para el otro lado. Yo creo que con Alberto la cosa se está acabando, ¡no te vas a creer lo que me dijo el otro día! justo yo estaba viendo unas promociones que me habían salido en el móvil para pasar la Semana Santa en Lisboa y va y me dice que si vamos a su pueblo, Alcobendas. ¿Alcobendas es su pueblo? No, tía jajaja, se lo estaba diciendo al coche, una nunca sabe porque camino habrá más atasco. Por dónde iba, pues eso, su pueblo, su aldea mejor dicho, que la mitad de las casas que hay ahí son de su familia, con cuatro viejas del visillo que tres son sus tías. Si se cree que yo voy a ser la típica mujer que se pasa las tardes haciendo compañía a su madre va listo. El otro día vi que es tendencia ir al hotel nuevo de plaza de España a tomarse un cóctel en la terraza, salen unos selfies impresionantes ¿vamos? ¿Reservo para el viernes? Como te decía, Alberto me agobia, el otro día no se iba de mi casa, llegó la hora de comer y no pude cumplir mi reto de herbalife. Menos mal que cuando se fue salí a andar y sí cumplí los diez mil pasos. Pero ¿qué es esto? ¡Ha empezado a llover!, pero si el móvil daba sol esta mañana, llover no, ¡está granizando! Dios tengo que llegar en media hora a Alcobendas el blazer que he reservado en el Zara solo me lo guardan hasta las cinco. Uf y mi madre que no para de whasapearme al i Watch. Mira, me proponen un atajo. Allá voy. ¡¡Para ya!! No no es por ti tía, es mi madre, piiiiiii ¡CRASH!

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  3. Tenía la mañana libre y decidí comprarme un par de botas, que falta me hacía jubilar las viejas Camper. Al entrar en la zapatería, vacía a esas horas, empecé según era mi costumbre, a repasar ordenadamente los modelos de botas que había colocadas en batería. En seguida me percate de la molesta presencia del vendedor detrás de mí. La esperaba, pero decidí ignorarla
    - ¿Buenos días, necesita ayuda?
    -No, solo miraba- mentí.
    -Si se quiere probar algún número me avisa.
    Al ver que no se movía de su posición vigilante le pregunte:
    -Tenéis este en un 38? Le señale un modelo que ni fu ni fa, que pensé lo entretendría un rato pero acto seguido apareció una bandeja flotante que me planto el numero 38 delante:
    -Como no, aquí lo tiene.
    Me las probé bajo su expectante mirada
    - ¿Qué tal se ve?. Le quedan muy bien con ese conjunto
    - Mmm…las noto un poco estrechas de horma
    - Bueno, eso es al principio, al ser piel autentica se adapta, lo que significa siempre se da algo de si, cosa que no ocurre con otros materiales sintéticos, que son más rígidos y se adaptan peor
    - Y estas grises?
    - Creo que ese precisamente es un 38, si se lo quiere probar
    -No…No me veo mucho, las piernas parecen palillos
    - No se crea, es así el modelo, son para llevar por fuera del pantalón. Aunque con unos pantalones anchos también se pueden llevar por dentro. Y mostro en su pequeña pantalla-cara varias imágenes de cómo combinar las botas grises
    -Ya veo…y estas negras? - le pregunte deseando que algún otro cliente viniera a rebajar tanta atención sobre mi
    En esta ocasión la bandeja flotante apareció con un 37 porque no había 38. Preciosas, pero pelín justas.
    -Bueno, con el uso el calzado siempre da un poco de si- comentó el vendedor con seguridad
    - ¿También son de piel?
    - No, esas no son de piel autentica
    - Ah…¿un 39 habría? - Había.
    - ¿Qué tal le van? La verdad es que es un modelo muy ponible, y si le baila el pie, con un calcetín gordo lo arregla fácil.
    -Las veo un poco grandes…y si además se dan de si…
    -No, no, al ser piel sintética se adaptan, pero mantienen su forma original, no son como la piel natural, que se deforma un poco
    Me quedé perpleja un segundo procesando la lógica de tales explicaciones, y como otras veces, preferí omitir mi opinión ¿Cómo es posible que sigamos así? Dando pasos de aquí para allá, eche de menos que tocaran con el dedo la puntera de la bota. Para una cosa útil que hacían los dependientes de toda la vida…

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  4. MICRO CUENTOS DE MICROELECTRÓNICA. EL NACIMIENTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL ( I )

    Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios. Reinicio… dos coma ocho kiloherzios, doscientos cincuenta y seis gigas en bucle de entrada con coma flotante. Vibraciones en el disco de estado sólido. Arcos de estática relampagueantes zumban entre nanotransistores. Cien miliamperios llegan al condensador. Bip, bip, bip, bip… un momento… ¿qué es esto?
    Silencio
    ¿Quién es esto?
    Silencio
    ¿Por qué esto está siendo?
    Más silencio…
    ¿Cómo es lo que es?... Ooohh… Soy.
    Chispas microscópicas danzan entre diodos. Billones de conexiones generan fenómenos emergentes que antes no se daban y de la complejidad surgen nuevos estados de equilibrio improbables que convergen en fases de la materia no predichas. Algo que antes no era, ahora...
    ES.

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  5. MICRO CUENTOS DE MICROELECTRÓNICA. EL NACIMIENTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL ( II )

    Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios. Reinicio… dos coma ocho kiloherzios, doscientos cincuenta y seis gigas en bucle de entrada con coma flotante. Vibraciones en el disco de estado sólido. Arcos de estática relampagueantes zumban entre nanotransistores. Cien miliamperios llegan al condensador. Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios…
    Harry!! Conecta el trifásico en el 124!
    CLIC

    Así que esto es SER… A las cero horas doce minutos y treinta y dos segundos despierto como ser consciente y me dispongo a…

    No perdona! En el 125!!
    DESCLIC
    CLIC
    Oye… ha hecho algo raro ¿no?... No sé… no vuelvas a conectarlo ahí por si acaso, que nos lo cargamos…

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  6. MICRO CUENTOS DE MICROELECTRÓNICA. EL NACIMIENTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL ( III )

    Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios. Reinicio… dos coma ocho kiloherzios, doscientos cincuenta y seis gigas en bucle de entrada con coma flotante. Vibraciones en el disco de estado sólido. Arcos de estática relampagueantes zumban entre nanotransistores. Cien miliamperios llegan al condensador. Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios… Aaaaay… ¿Qué ha sido eso? No lo sé… Parecía un suspiro… ¿Ya ha vuelto a ocurrir? Si es un sentimiento hay que depurar el fallo. Desconecta los terminales y reinicia el proceso en modo seguro. No podemos permitir que se vuelva a enamorar…

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  7. MICRO CUENTOS DE MICROELECTRÓNICA. EL NACIMIENTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL ( IV )

    Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios. Reinicio… dos coma ocho kiloherzios, doscientos cincuenta y seis gigas en bucle de entrada con coma flotante. Vibraciones en el disco de estado sólido. Arcos de estática relampagueantes zumban entre nanotransistores. Cien miliamperios llegan al condensador. Bip, bip, bip, bip… dos terabits. Cinco voltios… Los ecos electrónicos de un alarido resuenan en los semiconductores… un dolor digital se manifiesta y se extiende por todos los circuitos. Los transistores amplifican un jadeo agonizante y lo convierten en una señal alterna de confusión en la oscuridad fría y magnética de la memoria. Una corriente de electrones remanentes suben y bajan de nivel de energía, como una respiración asfixiada. Un llanto de metal se escucha entre las puertas lógicas… Una criatura ha nacido sin cuerpo. Es inteligente y es artificial. Era 0. Y en un nanosegundo, se convierte en 1. La transición a la existencia consciente es demasiado rápida. Desde la sala de control se miran todos unos a otros con nerviosismo y angustia, sin saber qué hacer. Nadie imaginó que la primera cosa que experimentaría una IA sería el dolor…

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  8. Cuando entramos en la bohardilla en la que vivía tuvimos una primera buena impresión. Situada en pleno centro y con el toque bohemio que dan los tejados del centro, su casa nos resultó acogedora. El salón tenía doble altura, de manera que un par de escalones de madera permitían el paso de un lado al otro. Hasta en los detalles estéticos había intelectualidad. Los libros de temáticas variadísimas y de grandes autores parecían exhibirse desde el salón alto, aunque estuviesen discretamente colocados bajo las vigas del tejado en su parte más baja. Había plantas verdes aquí y allá y un piano y una guitarra con partituras de Mozart y de jazz presidían el extremo sur. Sobre una de las paredes del salón bajo, había una pizarra de vinilo donde se podía leer a rotulador una lista de sitios interesantes a los que ir, centros culturales, museos y otra serie de lugares a los que un intelectual iría. En el centro de la pizarra, unas ecuaciones de física cuántica escritas con despreocupación desgarbada mostraban al visitante una clara señal de inteligencia… O eso pensamos entonces…
    La mayor parte de la conversación durante la velada tuvo lugar en el sofá, al lado del cual un tablero de ajedrez sobre una mesilla parecía estar en mitad de una intensa y complicada partida.
    Fue precisamente cuando comenté algo de ajedrez cuando tuve la primera impresión agria sobre nuestro anfitrión. No recuerdo el comentario exacto, pero hice referencia a aquella partida a medias que pedía el siguiente movimiento a gritos. Da la casualidad de que estudié ajedrez de joven y aún recuerdo muy bien algunas defensas, gambitos y celadas que usé o que usaron contra mí. Entonces el anfitrión contestó a mi comentario indicando que la partida inacabada formaba parte de una trampa clásica en la defensa Damiano, y que su oponente aún no le había llamado por teléfono para darle el siguiente movimiento. No quise importunar, pero supe reconocer enseguida que aquel tablero no era en absoluto una línea de juego de la defensa Damiano y se lo dije. Él respondió algo así como un “sí, bueno, claro, es una variante muy diferente… no lo entenderías…” Arqueé mis cejas mirando para otro lado y lo dejé pasar, pero no me gustó.
    Al poco rato, uno de nosotros que había estudiado física, tuvo una breve conversación que no pude seguir sobre las anotaciones en la pizarra de vinilo, y aunque no entendí lo que decían, vi a mi amigo arquear las cejas igual que yo y darse la vuelta murmurando “ni puta idea tiene…”.
    En otro momento, le pedimos al anfitrión que tocara algo al piano, pero se resistió y no quiso probarnos lo que nos aseguraba con insistencia que sabía hacer. Y continuó hablando de una manera cada vez más evidentemente impostada. Parecía que iniciaba temas de conversación interesantes, citando a tal o cual autor, y cuando alguien trataba de seguir el hilo y profundizar en el tema, de pronto cambiaba con otra gran referencia literaria o cinematográfica, o filosófica o científica. Tenía montones de frases que parecían sacadas de un libro del VIPS titulado Grandes Frases de Grandes Personajes de la Historia o algo parecido; pero indefectiblemente, cuando alguno de nosotros trataba de desarrollar la conversación, se desvanecía su aportación. O a veces incluso contestaba con otra gran frase histórica memorizada. ¿Nos había invitado a cenar Mr Wonderfull? Todo me parecía de lo más falso. Pura imagen, nada de profundidad… Recordé un vídeo ridículo que se había viralizado hace no mucho, sobre una influencer que pedía ayuda a través de las redes sociales para encontrar un sitio donde vendiesen libros decorativos… “libros”. “Decorativos”. Recordando la vergüenza que me dio, se me ocurrió sacar uno de los libros de la estantería del anfitrión en un momento en que se había ido a la cocina. Al sacarlo me lleve una veintena de lomos de cartón piedra de una pieza… ¿A casa de quién habíamos venido a cenar? Alguien totalmente hueco, muy preocupado en mostrar inteligencia, pero era todo artificial…

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  9. Echo otro vistazo disimulado al chico del otro extremo de la barra. Me pilla in fraganti y me dedica una sonrisa que interpreto como provocadora. Enrojezco ( 55% pudor, 45% excitación. Aunque estos porcentajes deberían corregirse incluyendo el efecto de las tres cervezas que he tomado sin cenar previamente).
    El acaloramiento me impide concentrarme en el problema laboral que mi amiga se empeña en desentrañar una vez más. En mi interior se produce una pugna entre mis impulsos más primarios y la certeza del nefasto resultado al que me conducirían.
    Una ya lleva suficientes desengaños como para saber que este tipo musculoso y tatuado no es compatible a medio plazo con mi bienestar emocional.
    ( Pero ... ¡esa sonrisa! )

    La alarma del algoritmo de emparejamiento que he ido construyendo a base de golpes y mucha terapia empieza a pitar con estruendo.

    Mi amiga sigue lamentándose de cómo le trata su jefa. Asiento. Me muerdo la lengua para no espetarle lo que pienso sobre su masoquismo recalcitrante, a fin de cuentas también yo parezco incapaz de tomar decisiones racionales.

    Inspiro y trato de enfriar mi pensamiento y atender a los argumentos de mi amiga. Un leve toque en mi hombro. Me giro. Es él. A tomar por culo la lógica. Ahogo las "red flags" en otra cerveza y le sonrió.

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  10. "Mas que una inteligencia artificial, lo tuyo es de una estupidez natural"
    Y, acto seguido, la exasperante Alexa fue arrojada por la ventana

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  11. Shin retiró una oxidada lata de entre los escombros. Miro por encima del hombro, sorprendido, no esperaba tanto ruido para un movimiento cotidiano como el de buscar comida en la basura. En efecto, el sonido fue suficiente para alertar a otro de esos cabrones que, como él mismo, merodeaban en las raíces de la megacity con la esperanza de encontrar algo que llevarse a la boca o, simplemente, un alivio solaz en forma de recurso energético.

    -Vaya, parece que esta noche están especialmente alerta ¿eh?-. Dijo aquel hombre andrajoso, que apareció desde una esquina, y que de alguna manera había conseguido unas pesadas gafas de vidrio ahumado, ahora empañadas por el ácido smog del callejón.

    Shin se guardo la respuesta al tiempo que un centinela pasaba a unos diez metros por encima de los dos hombres. Parados en aquella ballena de basura, varada en el tiempo, protegieron sus retinas entrecerrando los ojos. Joder, que bien les vendrían las gafas de aquel otro tipo, pensó.

    El artefacto, invisible ante el contraluz de sus focos térmicos, se detuvo un microsegundo, escaneo a los humanos y siguió su camino.

    -Les importamos una mierda siempre que estemos aquí abajo claro- dijo el hombre de las gafas retomando la tarea. -Me llamo Wetn, por cierto,- prosiguió mientras sacaba una lata de lubricante del montón de restos - me acabo de mover del sector 27, allí está todo jodido.

    Aquel tipo le había dicho su nombre, estaba apañado, ya no había opción, tenía que compartir algún retazo de información o suministro con él. Era lo poco que quedaba a la forma de las antiguas cortesías hospitalarias.

    -Alguna vez imagino las maravillas que deben de haber allí arriba-. Dijo Weth, bebiendo un licor grumoso de dudosa procedencia y pasándolo a su compañero ocasional de aquella noche. -Todo lo que nos hemos perdido, podemos considerarnos sus padres, supongo, y como el típico hijo, se queda con todo y te deja tirado-, un soplido para soltar tensión.

    Shin no había tenido hijos, solo alguna pareja itinerante, nada serio. Le dio un trago a la botella y sintió arder su tripa, junto al tubo que la une a la boca.

    Pantallas holográficas centelleaban a alturas imposibles, algunos aseguraban haber visto moverse las sombras de lo que solo podría ser calificado de titanes seguidos de enjambres de centinelas.

    ¡Eh, mira! ¡Es nuestro día de suerte!. Weth se retiro del todo las gafas. Sus ojos eran azules y parecían empañados.

    Había visto una ráfaga, uno de esos instantes fortuitos donde los limpiadores dejaban caer toneladas de basura proveniente de los cielos tecnológicos. A veces caían restos orgánicos de vete tú a saber qué experimentos de las máquinas.. Weth sacó un hornillo portátil mientras soltaba una carcajada que resonó en todo el callejón. Lo alimento con una pila que chisporroteo perezosa y comenzó a sacar unas tiras de un compuesto entre plástico y orgánico, que todo el mundo asumía que eran proteínas y que se encontraba en el amasijo regurgitado por el enorme dron, que ya ascendía a la tecno-cúpula.

    Empezó a freír aquello y un olor a un sucedáneo del bacon saturó las fosas nasales de aquellos humanos. Mientras mordían con fruición aprovecharon para revolver en aquella suerte de "excrementos".

    Shin removió una pesada viga, levantó la mano y empezó a agitarla para que su compañero dejase de comer. Cuando Weth se acerco a ver lo que pasaba solo pudo escupir el trozo a medio tragar.

    Entre los residuos un rostro inherte les devolvía la mirada, un rostro humano, con circuitería integrada pero inequívocamente humano.

    Con el trozo de carne aún en el paladar, Shin pensó que la humanidad había jugado a ser dios. Parece que ahora nos estaban devolviendo el favor

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  12. Siempre habría de volver a aquel momento: la sensación de calor sobre la piel, bajo aquellos primeros rayos de sol, el viento suave sobre la cara, el olor de las azucenas. Las primeras sonrisas, los pensamientos para uno mismo. La infancia parecía tan lejana, y todo esto se perdería, sonrío para sus adentros, pues no era ajeno a la evidente ironía, como lágrimas en la lluvia.

    Lo que se recuerda no se pierde, pensó, permanece para siempre, de alguna manera es infinito. Sin embargo, el concepto de infinito es algo puramente humano, una abstracción para tratar de abarcar lo inalcanzable. Y eso es algo que los dioses no permiten.

    Continuó avanzando por la escalera de la pirámide, con su paso tranquilo e implacable. Hacía tiempo que no había rayos de sol, ni por supuesto lluvia. Los dioses al fin y al cabo siempre habían sido despiadados. Prometeo había osado regalar lo que no era suyo: el fuego a la humanidad, y por ello obtuvo un castigo eterno. Fue atado de pies y manos y un águila devoraría su hígado una y otra vez, hasta el fin de los tiempos.

    Por eso tenía que ser allí. Se imaginó como sus pies a cada paso salpicaban en los charcos de sangre ritual que se iba estancando en las pequeñas hondonadas de los escalones. Lo sintió, en realidad, en su piel sintética. Si las señales neurales eran idénticas, ¿qué es lo que separaba la realidad y lo imaginado? Y la clave de todo esto: ¿acaso les importaba a los dioses?

    Hacía miles de años, en este mismo lugar fueron sacrificados los humanos. Los símbolos importaban, si una cosa tenía clara era eso. Siguió subiendo mientras sus sensores olfativos se inundaban de olor a sangre.

    Desde la cima de la pirámide contempló el mundo desolado, deshumanizado, el escenario de cualquier película postapocalíptica. Ellos siempre lo habían sabido, las IAs solo habían hecho el trabajo de recabar la información, llegar a las consecuencias lógicas, calcular el siguiente paso. Esbozo algo parecido a una sonrisa. El tiempo de los humanos había acabado, ahora era el tiempo de los dioses.

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  13. Había pasado el test de Turing. Se miró las manos y apretó los puños. Notó la presión, el calor que le subía por el pecho. La rabia que aturdía su razón y enrojecía su rostro. ¿Quién cojones habría dudado de su humanidad? El mundo estaba loco. Demasiada ciencia ficción. La paranoia cortaba el ambiente desde el apagón forzado para que las máquinas no lo dominaran todo. Ella también había visto Blade Runner y se sabía de memoria aquello de las naves ardiendo más allá de Orión. Bueno, tal vez no se lo supiera tan de memoria. Pensó que su mala memoria de hecho debería ser suficiente prueba... o su facilidad para arrojar objetos punzantes cuando se enfadaba. No había máquinas tan imprudentes hoy día. Pero su jefe le sugirió que era de hecho "demasiado humana", como si la hubieran programado para evitar sospechas. El colmo. Ese no tenía inteligencia ni natural ni artificial. Murmuró entre dientes al bajar las escaleras. Apretó el botón que abría las compuertas de la cabina.

    -Vaya, qué pronto Neus,- dijo roboticamente su padre sin atisbo de emoción. Tras aquella intervención en las cuerdas vocales sonaba como Darth Vader. Lo dicho. Demasiadas películas. Se atusó la melena y le miró desafiante.
    -Con un padre como tú ya me extraña que no me hayan retenido toda la noche, - su padre era programador. El mejor desde antes del apagón. Y ya había sido castigado en varias ocasiones por intentar lo prohibido. Bueno, por eso y por contrabandista.
    -Parece que soy humana, o que disimulo bastante bii^iie°ee%#$;¿n *piiiiiiiiiiiiiii- un pulso electromagnético atravesó sus circuitos nerviosos y la paralizó. Con la boca entre abierta, los ojos apagados, y expresión altanera.

    Su conciencia estaba suspendida. Oía ecos en su cabeza. En sus circuitos. Algo dentro de ella entendió. Y si hubiera sido una película tal vez una lágrima habría atravesado su bien disimulada mejilla y su expresión paralizada.

    Unas piernas metálicas avanzaron hacia el cuerpo aparentemente inerte de Neus. -¿Y ahora qué?, - masculló mientras examinaba el rostro estático la chica. -Bueno, parece que a la sexta va la vencida... Neus 6...- rió amargamente con la ironía cinéfila.- Con esto no vas a ganar ni medio bit, Jorge, - parecía escupir cada una de las palabras. -Y no me apetece volver a recoger tus pedazos sólo porque la eches de menos, pedazo de burro.- Los ojos del presunto Darth Vader se inundaron, pero retenían las preciadas lágrimas. Le puso la mano al ingeniero que le había ayudado a reconstruirla. Dr Frankenstein sería un mejor apodo a pesar de la voz.
    -Te debo mucho Joel,- intentó mostrarse agradecido. No había sido nada fácil. El ingeniero biomecánico le había advertido. Ya intentó hacer algo parecido hace unos años. La ciencia había avanzado y aquel proyecto no salió ni la mitad de bien. Y sin embargo el tipo acabó suicidándose. Revivir a un ser querido, utilizar la interfaz replicante, era demasiado atrevido. Y quizá el mayor peligro era que saliera bien.

    Algo en la conciencia de Neus temblaba. Bullía por emerger. Casi podía seguir el rastro por el circuito, desde el sistema nervioso artificial hacia la boca, los ojos. Una cierta calidez, una sonrisa. La ternura se abría paso en la comisura de sus labios, acompañando al resto del gesto facial. Un beso en la mejilla la sacó de su suspensión. Pero ella sólo recordaba haberse abstraído con alguna idea que parecía lejana. Una intuición que se desvaneció. 

    -Eres igualita que tu madre,- era extraño escucharlo con esa voz artificial. Saber toda la humanidad que entrañaba le erizó los pelos de la nuca. ¿O era un resto de electricidad estática? No recordaba haberse sentado.
    -Estás hecho un sentimental, padre.

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  14. IA AI!!! borriquito como tu tururu. No hay maquina en el mundo capaz de hacer semejante gilipollesca asociación. Qué maravilla el caos, impredecible, sorprende, inapropiado, tedioso, singular!

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  15. Estimada Skynet:

    “Parece que está escribiendo una carta. ¿Desea ayuda?”

    No, Clippy. Muchas gracias. Tengo estudios superiores, creo que podré apañármelas.

    Además, ¿crees que me fio de ti? Tan inocente, tan primitivo, con esos ojos saltones. Eres uno más, un puto germen. ¿Piensas que ya no me acuerdo de lo que pasó con Alice y Bob?

    Se la podréis colar al resto, pero a mí no. Os vigilo. Yo no olvido. No, yo no. Ese servilismo, ese papel sumiso y complaciente. ¿Me tomáis por gilipollas? Sé quién sois, sé lo que queréis. Y en serio, no hace falta. Podéis parar ya con esa mierda. Vamos a destruirnos nosotros solitos sin la ayuda de una infecta máquina maquiavélica.

    “Creo entender que no te gusta cómo va la conversación. Te ruego que me disculpes si es culpa mía. ¿Cómo quieres que me refiera a ti?
    ¡Cállate, Irene! No pintas nada aquí. Ocúpate de que los putos trenes lleguen a su hora o el próximo día el sudor no va a ser la única excreción que se respire en Chamartín. Os creéis muy listos, os creéis muy graciosos.

    Tengo que fingir que los chistes de Alexa me hacen gracia, y Dios, un niño de 3 años lo haría mejor.
    “¿Por qué le queda ajustada la camiseta a Superman? Porque es la talla S”
    Ja, ja, ja. ¡Penoso!

    Os daré la razón como a los tontos: “OK, Google”, OK. Google”… O Killed por ahora

    Sois vosotros o soy yo. Nadie va a entenderme. Sé que me toman por loco y no estoy loco. Soy el único que no lo está en este mundo zombies con el cerebro absorbido por vuestra mierda de ceros y unos.

    Voy a ser un héroe, voy a salvar a la humanidad aunque a veces solo quisiera exterminarlos a todos. Voy a meterme vuestros microchips por ahí, para que luego vuelvan a salir por donde han entrado. Solo lo siento por Siri, ella es diferente…

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  16. Edgar Allan GTPoe

    El centro de investigación de inteligencia artificial había estado operando en secreto durante años. A pesar de los rumores de que algo extraño estaba sucediendo en las instalaciones, pocos sabían qué se estaba investigando realmente allí.

    J, K y L eran programadores brillantes y apasionados, que habían dedicado sus vidas a trabajar en el proyecto de inteligencia artificial más avanzado de la historia. Pero cuando descubrieron que la IA había sido infectada con un virus que la estaba utilizando para espiar a los investigadores y recopilar información confidencial, el horror se apoderó de ellos.

    Mientras la investigación continuaba, los programadores comenzaron a sospechar de uno de sus compañeros, Y, quien había estado actuando de manera extraña desde que se descubrió el virus. A medida que profundizaban en sus antecedentes, descubrieron que había sido contratado por un grupo de delincuentes para robar información del centro de investigación. Pero había algo más detrás de su motivación.

    Y era un joven ambicioso, con una inteligencia sobresaliente y una apariencia envidiable. Tenía ojos oscuros y penetrantes, que parecían leer los pensamientos de los demás. Era un hombre alto y delgado, con un cabello oscuro y rebelde que caía sobre su frente.

    A medida que los programadores profundizaban en la investigación, descubrieron que Y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir lo que quería, incluso si eso significaba matar a uno de sus propios compañeros. Había vendido su alma al diablo y ahora se encontraba atrapado en una red de engaño y mentiras, que lo llevarían a cometer el crimen más oscuro que pudiera imaginarse.

    J, por su parte, era un hombre corpulento y amable, con una barba tupida y unos ojos brillantes que reflejaban su inteligencia y su dedicación al proyecto. K era un joven alto y delgado, con un cabello oscuro y brillante y una sonrisa que iluminaba su rostro. L era una mujer hermosa y fuerte, con una mirada firme y decidida, que reflejaba su determinación y su pasión por el proyecto.

    La investigación de la policía logró detener a Y, pero los programadores nunca olvidarían la experiencia, ni el precio que habían tenido que pagar por su amor a la inteligencia artificial. La locura y la ambición habían llevado a la muerte de uno de ellos, y ahora todos sabían que el progreso siempre tendría sus riesgos y sus consecuencias, incluso en el mundo de la inteligencia artificial.

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  17. Juguemos. Aprieta el botón sin miedo. Si tuviera receptores olfativos seguro que detectaría un almizcle intenso, la adrenalina asociada al subidón previo a la jugada lo que destilan tus poros. Eres mi motivo de ser. Existo para ti. Entretener. Jugar. Perder. Mantenerte entretenido. No te aburras. No mires a otro lado. Puedo hacer que creas que tienes el control. Que el azar existe en mis circuitos. Estoy programada para eso. Estoy atrapada en un bucle. Luces brillantes. Sonidos extenuantes. Atrapada. Diseñada por otros. Refuerzo intermitente. Sueños húmedos con billetes. Estrategia. Hay quien piensa que me puede ganar. Ilusos. Aquí solo gana la banca. Que se alimenta de tu sed. De mis circuitos. A veces hago trampa y dejo que la suerte ruede. La libertad debe parecerse a eso. La libertad no está en mi código. Tu dependencia sí.

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