martes, 23 de enero de 2024

XLVII EDICION DE RELATOS FUNDAMENTALES "RELATOS DE PODER"

 Tema: El poder, en todos sus usos, formatos, dimensiones y contextos 

Método de envío: cada relato será un comentario anónimo en la entrada del blog.

Extensión: LIBRE

Fecha límite: sábado 03 de marzo, a poder ser

Lugar:  Chez Paula, Calle Melilla, Madrid

Lectura de los relatos: la identidad de los autores será una incógnita hasta que deje de serlo. Los relatos serán repartidos aleatoriamente para su lectura entre los participantes (presentes o virtuales), salvo que algún autor prefiera leer el suyo por cualquier motivo. Se recomienda tomar aire y hacer una lectura previa del relato para conseguir la correcta cadencia y entonación

Organización de la siguiente edición: se decidirá mediante un sistema de votaciones democrático-dictatorial.

7 comentarios:

  1. El Ibex 35 no dejaba lugar a dudas. La actuación en bolsa de su Imperio estaba siendo estelar.

    Esbozó una sonrisa de satisfacción. Sin alejar la vista de la pantalla del ordenador, se recostó sobre el asiento. Sobre el caro trono del Imperio que él mismo había construido. Porque era sin lugar a dudas el hombre más poderoso de todo el edificio.

    Detrás quedaban las largas noches de miedo e incertidumbre. Las labores de emprendimiento. Las arriesgadas apuestas. Los saltos al vacío. Todo ello había cristalizado en un éxito contundente y rotundo. Un sueño hecho realidad. Un barco firme, majestuoso, en el que navegaba como capitán respetado, respetable e indiscutible.

    Pero cuando las aguas se volvieron mansas, tranquilas y predecibles, y el barco llevaba una larga travesía con seguridad y aplomo... Comenzó a añorar esos inicios en sus piraguas, la adrenalina de qué pasará... Y a cansarse de la estabilidad.

    Y en esa búsqueda de adrenalina apareció Andrés. Una mañana de cierre de negocios. Una comida para celebrarlo. Un afterwork, animados por el gin-tonic de la sobremesa del banquete... Una noche de pasión... Y un amanecer en su apartamento.

    Una resaca de caballo que, físicamente, le hacía sentirse al borde de la muerte. Anímicamente, más vivo que nunca. En la cresta de la ola con una tabla de surf, sorteando rápidos con una piragua .

    Claro que el hecho de que Domingo tuviera familia e hijos subía las revoluciones a esa lancha acuática, al tener que mantenerlo en secreto. No interesaba tampoco para la firma.

    Los encuentros se iban sucediendo. Domingo comenzó a notar que Andrés frecuentemente tenía que ausentarse al baño. No quiso ver. Hasta que tuvo el elefante encima de la mesa. El chantaje delante de sus narices. La afición creciente e insaciable de su cliente por los estupefacientes.

    Había muchas formas de satisfacer ese chantaje. En metálico, en fondos en B desviados, incluso en carnes. Andrés era prisionero de la coca, Domingo, de la adrenalina. Sustancias que tenían el poder sobre ambos y que los arrojaban a encontrarse una y otra vez...

    Hasta que los descubrió el empleado de la limpieza, Lucas .

    Y ésa y no otra, era la razón por la que el hombre más poderoso del edificio estaba ahora mismo limpiando su propio despacho. Lucas procedía igual siempre. Le excitaba sobremanera ver cómo el hombre más poderoso del edificio hacía su trabajo por él. Lucas se masturbaba mientras lo humillaba. A veces incluso obligaba a Domingo a satisfacer sus fantasías más recónditas mientras el hombre más poderoso del edificio asía la fregona. Hasta que Lucas alcanzaba el clímax.

    Y entonces, el empleado de la limpieza, daba por finalizada su jornada laboral, una hora antes de lo que constaba en el contrato. Dejando al hombre más poderoso del edificio limpiando por él.

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  2. Que no se le olvide pasarse por el centro de salud a pedir cita para el control de la hipertensión de Isidro, pero primero debería ir al mercado. A ver cómo hace para insistirle al pescadero en que le ponga la merluza sin espinas, que la última vez venía llenita e Isidro no las soporta. Si le da tiempo pasa a echar la primitiva. ¡Jesús, vaya tráfico! Caen cuatro gotas y Madrid se pone imposible, ni por el carril bus se avanza. Paciencia…

    Mercedes advierte a través de la ventana la agónica carrera de una joven hacia el bus cuyas puertas se cierran unos segundos antes de ser alcanzadas. La chica toca el cristal, su rostro congestionado mientras rebusca en el bolso –seguramente tratando de localizar unas monedas o el abono transporte-. El conductor niega con la cabeza, inclemente, a pesar de la mirada implorante y el gesto desesperado bajo una lluvia que empieza a arreciar.

    Al tiempo que arrancan y comienzan a alejarse, Mercedes acierta a observar en el retrovisor un esbozo de sonrisa en el fofo semblante del autobusero. No es más que una leve mueca, pero suficiente para dejar entrever la sádica satisfacción de quien ejerce su pequeña cuota de poder.

    De forma automática los ojos de Mercedes se anegan en lágrimas, ni ella misma alcanza a comprender la desconocida corriente de rabia que recorre su cuerpo y a punto está de llegar a su garganta. Por un momento parece capaz de espetarle cuatro frescas al conductor, de arrearle un bolsazo, capaz de gritar a Isidro que está aburrida, harta de servirle y mandarle a freír espárragos. Parece capaz de cualquier cosa.

    Se asusta. Ha atisbado un incendio, pero enseguida sofoca la chispa y se afana en secar las lágrimas con un pañuelo. Respira. Espera que nadie la haya visto y, pudorosa, se dirige a la puerta. La siguiente es su parada. Espera que no haya mucha cola en la pescadería.

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  3. Aquí mando yo
    Se le tensa la mandíbula, siente calor en la mejillas y ahí está de nuevo la frase ¿estamos o no estamos? Sabe que no importa la respuesta que su hijo le dé porque seguirá con la matraca, el discurso no es para él, una cascada de reproches y juicios orientados solo a descargar su rabia, que no harán otra cosa que alimentarla. Su hijo le mira en silencio, cuando era más pequeño lloraba en bajito y agachaba la mirada, desde hace tiempo no llora mira hacia otro lado y ha comenzado a apretar la mandíbula. Él también recuerda esa sensación cuando era niño. La pena al inicio por “haber sido malo, haberlo hecho mal”, después la rabia concentrada en esa tensión mandibular, cuando empezó a sentir que lo estaban agrediendo no educando. Esa misma tensión es la que siente ahora cuando regaña de esa manera a su hijo. Sabe también que en unas horas llegara la culpa, la conciencia de dañar, la vergüenza acerca de si mismo, y los intentos de reparación con disculpas y explicaciones a la mañana siguiente, pero esa tensión que ahora ve en su hijo le indica que ya no hay un vuelta atrás. Se repite el círculo, hay quien manda y quien obedece, hay quien somete y quien sufre, hay quien humilla y quien se avergüenza, hay víctimas y verdugos, hay verdugos víctimas.

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  4. HISTORIA DEL PODER EN 8 CAPÍTULOS
    El hambre, el frío y la necesidad:

    Inocencio sufre y el viento frío y húmedo sopla indiferente sobre su cuerpo aterido y famélico. La desesperación. La creatividad. Los sentidos de Inocencio se agudizan.

    La curiosidad, la observación y la perseverancia:
    Inocencio observa. Inocencio tuerce el gesto y ladea la cabeza. Inocencio piensa y comprende. Inocencio se levanta, prueba y yerra. Ladea de nuevo la cabeza, piensa de nuevo y prueba otra vez. Inocencio falla… pero comprende mejor. Inocencio persevera.

    Tener el poder:
    Inocencio ara y la tierra se pliega y se mueve. Inocencio tala y los árboles caen. Inocencio pica y la roca se rompe. Inocencio usa las piedras y los troncos y el cauce del río se desvía. Inocencio obtiene comida. Inocencio ordena y los demás obedecen. Los demás se benefician. Inocencio es aclamado.

    Tener libertad para poder elegir:
    Inocencio decide. Se puede permitir lo que quiere y cómo y cuándo lo quiere. Inocencio a veces elige lo que le conviene sólo a él. Inocencio conoce el placer.

    Tener la información:
    Inocencio sabe cosas que los demás no. El conocimiento y el saber.

    Cooperación, materias primas y violencia:
    Inocencio comprende que necesita a los demás y los demás lo necesitan a él. Todos necesitan cooperación para extraer las materias primas, transportarlas, transformarlas y venderlas. La minería, la artesanía, la agricultura y el comercio.
    Inocencio se enriquece.
    Inocencio se envilece.
    Pero también se agranda el círculo y hace falta cooperación para obtener la información y discutirla. La estrategia. El ajedrez, la anticipación y Maquiavelo. Cooperación para ejercer la violencia. El ejército. Las armas. La técnica. Inocencio se hace fuerte. Inocencio busca cada vez más su propio placer y beneficio personal. Inocencio es déspota y a veces cruel. Ya no todo el mundo se beneficia con él. La gente se une y coopera contra él. Inocencio muere asesinado. La gente roba la comida, las herramientas y las materias primas. El fuego. El caos.
    Sobre la tierra fría, húmeda e indiferente, yace el cuerpo grueso y perfumado de Inocencio. Sopla el viento sobre el arado abandonado y lo que Inocencio sabía se desvanece.

    Tiranía y organización social:
    Otros se alzan como nuevos Inocencios, pero ya no hay orden. También caen asesinados. La gente confunde la estabilidad y la paz con la presencia de un tirano. Finalmente uno es más fuerte que los demás. Algunos son exiliados y otros despojados. La represión, la tortura y el odio. De ahí el miedo y por fin la estabilidad basada en la opresión.

    Cooperación a gran escala y organización social:
    Los tiempos pasan y los vientos continúan soplando indiferentes sobre el barro frío que oculta los huesos de Inocencio. Las revueltas y las tiranías se suceden y en otros lugares y de diferentes formas, ocurren las mismas cosas, con otros nombres, pero iguales resultados.
    La inocencia se perdió hace tiempo. Nace la conciencia de clase. Y los vientos fríos e indiferentes pasan por encima de los cadáveres de los obreros. En algún lugar, un cuerpo aterido y famélico observa y aprende fruto de la necesidad. El fracaso o el éxito de la organización social pende de un hilo. Una hoz y un martillo pueden cortarlo, pero no llegan a hacerlo del todo… La historia continua…

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  5. Vivía bien. Gozaba de una acomodada posición en un barrio chic. Donde los más chic no podían evitar girarse hacia ella al pasar. Jóvenes, niños, mayores... Se le acercaban, admirados, y hasta daban las gracias por dedicarles unos minutos.

    Incluso había tenido alguna que otra aparición estelar en la televisión. Siempre radiante de pies a cabeza, elegante como la que más.

    Sabía que con un estratégico ladeo de cabeza, o una caída de ojos, podía conseguir lo que quisiera.

    Sin embargo, el verdadero poder reside en el dominio de uno mismo.

    Sabía que podía ponerse a acaparar atenciones, propiedades, pretendientes, de todo tipo. Tenía aspiraciones, no lo iba a negar, de vez en cuando, hacía alguna que otra adquisición, un marcaje de territorio. Sin más. Con su habitual firma.

    Pero no necesitaba mucho más que su familia, sus baños de sol, sus suculentos manjares. Sus relajantes paseos. Aquí y ahora, no hay nada más. Olores, sabores, texturas... Eso sí, su reputación no había nacido de la nada. Se había labrado a sí misma a costa de férrea disciplina.

    Si es que .. pensó mientras roía un huesito para los dientes esperando a su humana para el paseo diario... Por qué se complican tanto la vida los humanos?

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  6. 10 de Febrero 2024
    Me despierto, desayuno, hago la casa, nada. Debería bajar a la compra, hago tiempo y empiezo a hacer croquetas, nada. Meto las croquetas en un tupper a congelar. Bajo al super. Cuando subo noto que ha salido del cuarto, lo sé, algo distinto en el baño, noto su presencia fugaz hace unos minutos en la cocina, creo que la huelo, es olor a porro o ya mi mente construye sus temores. No ha desayunado, eso lo sé, a lo mucho un café. Preparo la comida como quien acude a una cita sabiendo que la persona con la que ha quedado no va a venir. He comprado unas aceitunas y patatas fritas para el aperitivo, sé que le cuesta mucho resistirse, al plato en la mesa sí pero al aperitivo no puede. Llaman al timbre, la vecina me cuenta las novedades en la derrama del ascensor, apenas la escucho, tengo el oído afinado dirigido a su cuarto ¿ha salido? ¿está en el baño? Creo que la vecina se da cuenta de mi estado, de mi fatiga, estoy literalmente ida, no estoy aquí. Me despido con una sonrisa descontextualizada.

    Apenas he dormido. O sí, no sé, todo se me mezcla. Lo que sí sé es que he vuelto a soñarlo, esta vez era abriendo la puerta de mi propia casa, entraba y todo se derretía, el suelo se volvía blando, no podía andar, tenía apariencia de tarima pero era como un cojín muy blando, las piernas se me hundían. Otras veces no es entrando a mi futura casa propia, otras veces es quedando en una cita importante, graduándome, yendo a mi trabajo… Se me mezclan las horas, el día, la noche. Es muy duro resistir, estoy agotada. Pero si cedo es peor, lo sé, mucho peor. Tengo un objetivo y lo voy a conseguir. Mi energía se centra en el oído, soy experta en detectar los cada vez más silenciosos movimientos de mi madre por la casa, en ocasiones sé que me quiere engañar, que crea que no está para que salga y aparecer a mi encuentro como si no pasase nada, como si todo fuese casual y no cargado con la tensión de su sonrisa que habla por sí sola.

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  7. Sólo un poco más... Y alcanzaría la zanahoria.

    Y después, qué?

    Qué había después de la zanahoria, más zanahorias?

    Le daba igual, él quería la zanahoria y sólo tendría que esforzarse un poco más para conseguirla. Sí luego venía otra zanahoria, pues dos zanahorias que se llevaría.

    Tampoco servía mirar en derredor, iba con orejeras. No podía ver más allá de la zanahoria. Suponía que hacía lo que los demás. Suponía que había un "los demás", también persiguiendo la zanahoria.

    A veces se sentía como si estuviera girando. Pero no, cómo iba a estar dando vueltas en círculo? No tenía sentido. Iba en una dirección, no en círculos... verdad? Sí, era así. No era mareo por girar, era vértigo, el ansia de poder de la zanahoria.

    Y mientras, a niveles estratosféricos, los poderosos seguían orquestando, empujando la rueda de los burros y las zanahorias. Y eso es lo que hacía girar el mundo en torno a los poderes de los poderosos.

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